POR: LIGIA PÉREZ GARCÍA
El duelo es uno de los momentos más vulnerables del ser humano, es un proceso de ajuste, de adaptación a un momento muy difícil, un periodo de gran intensidad emocional.
Las emociones en el proceso del duelo tienen una función importante, son adaptativas, nos permitirán expresar lo que estamos sintiendo y nos dirán que es lo que necesitamos en ese momento, tal vez llorar, gritar o guardar silencio, aparecen muchas emociones displacenteras como la tristeza, la rabia, enojo, frustración, incredulidad, culpa, soledad, confusión, vacío, incertidumbre. Estas emociones son NORMALES y NATURALES, intentemos no clasificarlas como emociones buenas o malas, solo son emociones.
Cada una de las emociones tiene una función que permitirá a cada persona reaccionar ante la situación que está enfrentando. Robert Plutchick, que diseña la rueda de las emociones, destaca 8 funciones principales de las emociones básicas:
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EMOCIÓN |
FUNCIÓN |
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Miedo |
Protección |
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Alegría |
Reproducción de aquellas acciones que la generan |
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Tristeza |
Reintegración, el reconocimiento de la pérdida |
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Enojo – Ira |
Destrucción del peligro |
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Asco |
Protección a través del rechazo |
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Confianza |
Afiliación, generar lazos sociales y de apoyo |
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Anticipación |
Permite la preparación y exploración |
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Sorpresa |
Atención y exploración |
Todos expresamos nuestras emociones de manera diferente, la mayoría repite lo que ha vivido y ha ido aprendiendo, lo que su experiencia le ha enseñado, es muy necesario aprender a identificar lo que estamos sintiendo, a reconocer nuestras emociones, diferenciarlas y más importante aún sería aprender a manejarlas para que no sean ellas las que nos controlen.
En el duelo, las emociones son demasiado intensas, les hablaré brevemente de las más “comunes”, aunque considero importante volver a mencionar que cada persona vive su duelo de forma única y personal.
La tristeza que se genera por perder algo o a alguien, nos genera una sensación de vacío, se experimenta con pérdida de energía, desánimo, se considera como una emoción displacentera, aunque no siempre es negativa. Izard nos comenta que su función es la valoración de otros aspectos de la vida que antes de la pérdida no se les prestaba atención, de igual forma, activa la cercanía y el consuelo de los demás, la empatía.
El enojo se experimenta como una necesidad de actuar de forma impulsiva e irracional, es una emoción muy intensa, se puede estar enojado contra todos y contra nadie, también puede vivirse contra él mismo y/o hasta con la persona que murió, por dejarnos y abandonarnos. Averill en su libro «Anger and Aggression: An Essay on Emotion», nos menciona que su función es la movilización de la energía para las reacciones de autodefensa, de ataque. Se necesita aprender a gestionar este enojo y sacarlo de una forma más sana.
El miedo es una de las emociones más intensas y desagradables, es una de las reacciones que produce mayor cantidad de trastornos mentales, conductuales y emocionales, la reacción de miedo se produce ante un peligro real y la reacción es proporcional a éste. Su función es reaccionar, ya sea escapando o evitando la situación peligrosa. En el tema del duelo, se experimenta al no saber qué es lo que va a pasar después, a la incertidumbre de no saber cómo vamos a salir adelante sin la persona amada, el exceso de miedo por el futuro puede hacer que tengamos ansiedad.
Se requiere gestionar las emociones durante el proceso del duelo, esto hará que el doliente no llegue a desbordarse por la intensidad de la reacción emocional. Es importante que la persona viva su duelo, que valide lo que esta sintiendo, que lo acepte y que aprenda a auto conocerse.
A nadie le gusta el dolor, no nos gusta sentirlo y tampoco verlo, así que es común que algunos huyan de él, oculten sus emociones, intentando ser muy racionales y tratando de controlar todo lo que están sintiendo, esto aparentemente los ayuda en un principio a sobrellevar su pérdida, pero si lo hacen de manera indefinida, pueden hacer que su duelo se bloquee o se momifique y que años después o que de la nada, tengan reacciones desproporcionadas ante algún evento sin importancia.
Si estás viviendo un duelo, sientes que te desbordas, que no puedes con lo que estás viviendo o que estás atorado, es muy válido pedir ayuda, tener un amigo cerca con quien poder platicar, buscar a alguien que pueda orientarte y contenerte en temas de duelo. Otra cosa que ayuda es cuidarse en lo físico y emocional, alimentarte, dormir, caminar 15 minutos al día, esto te permitirá eliminar cortisol y generar endorfinas.
El ser humano aprende a afrontar, para entender y digerir la pérdida y con el tiempo, empezar a adaptarse a una nueva realidad sin aquello que perdimos, a reconstruirse una vez que las emociones bajan de intensidad.
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