Por: Luis Roberto Peralta Hernández
Como es por la mayoría sabido, este 2024 es un año sumamente importante para la vida política de nuestro país, ya que el próximo 2 de junio se llevarán a cabo elecciones a nivel nacional en las que se elegirán a distintas figuras que ejercerán el poder en los años venideros, que van desde Presidente, aunque todo parece indicar que será Presidenta, así como miembros del Congreso de la Unión, lo que significa que habremos de elegir a Senadores y Diputados Federales, Legislaturas de 31 Estados así como Presidentes Municipales y los integrantes de dichos Ayuntamientos, pero también se elegirán las 16 alcaldías de la CDMX, la propia Jefatura de Gobierno y ocho Gubernaturas en la nación mexicana.
En términos jurídicos, dada la pluralidad de cargos públicos que están en la contienda electoral, es que se les denominan “Elecciones concurrentes”.
De acuerdo con datos oficiales, en las próximas elecciones estarán en disputa más de 20,000 cargos de elección popular, entre los que se encuentran como ya fue descrito: el de Presidente de la República, 128 Senadores, 500 Diputados Federales, 8 Gubernaturas (Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán) y la Jefatura de la CDMX. Diputados Locales en 31 Estados de la República Mexicana en un número variable que van desde los 75 que se elegirán en el Estado de México hasta los 20 que integrarán el Congreso de Morelos.
Así mismo se elegirán poco más de 1800 Presidentes Municipales (incluyendo Alcaldías de la CDMX) de los 2469 municipios que integran nuestro país, además de quienes dentro de los Ayuntamientos formen parte de las Sindicaturas, Regidurías y para el caso de la Ciudad de México, Concejalías.
Todos los cargos antes mencionados, bajo los esquemas de elección por mayoría relativa, representación proporcional y primera minoría que determinan tanto la Constitución Federal, las Locales y las leyes en materia electoral.
En el ámbito de la titularidad del Poder Ejecutivo Federal, el partido político en el poder ha enfocado todas sus baterías en la continuidad de lo que ellos llaman la “Cuarta Transformación”, esperando contar con el empuje para lograrlo, la contienda electoral está básicamente cerrada a dos candidatas.
Desde el año 2000 en que el Presidente Ernesto Zedillo Ponce De León de manera histórica vio nacer la alternancia política en su esfera de gobierno, al entregar la titularidad al panista Vicente Fox Quezada no ha existido como tal una hegemonía de partido o corriente política, ya que si bien a Fox lo sucedió el también panista Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, a este le siguió el priísta Enrique Peña Nieto y posteriormente el actual gobernante Andrés Manuel López Obrador que por fin consiguió su anhelado cargo bajo el impulso del partido MORENA.
Sin lugar a dudas las elecciones que se avecinan serán las más importantes en la historia moderna de nuestro país, las anteriores elecciones estuvieron, desafortunadamente, marcadas por factores externos que sin lugar a dudas dieron cauce a muchas situaciones no se tendrían que haber presentado. Ya en anteriores ocasiones dentro del presente espacio, he tenido la oportunidad de compartir con ustedes, estimados lectores la importancia de los pesos y contrapesos en el ejercicio del poder, sobre todo para lograr la consolidación de regímenes democráticos jóvenes, como lo es el de nuestro país.
No es deseo de su servidor analizar pros ni contras de quienes encontrarán en las boletas su nombre como candidato o candidata, mi intención es que juntos como sociedad reflexionemos acerca de la importancia de la participación en la vida democrática de nuestra nación. En la actualidad, alrededor del mundo contamos con diversas muestras de las tendencias políticas y de gobierno que apuntan hacia la derecha o hacia la izquierda; sin embargo, considero que es importante que analicemos que lo mejor que le puede pasar a un país, es lograr un equilibrio entre los poderes que permitan una gobernabilidad y formar los diques que impidan la conducción de la vida nacional en un solo camino.
Por un lado, si el titular del Ejecutivo sea cual sea su filiación política cuenta con una mayoría calificada del mismo partido dentro del Congreso, implicaría tener una margen mucho más amplio para realizar las reformas que estime necesarias para lograr su idea de gobierno, situación que vista desde el punto de vista ideal, sería benéfico para la consolidación de sus objetivos, sin embargo, la consolidación de la democracia mexicana requiere que cada poder cuenta con el freno, el contrapeso o el dique que mine su actuación buscando evitar la omnipotencia.
Mucho se ha dicho que el Gobierno en turno o para el caso de la continuidad de su plataforma política tendría entre sus posibles objetivos, la modificación de diversos articulados de la Carta Magna (no hablemos de la posibilidad de la creación de una nueva, que pudiera ser motivo de un análisis particular), en dichas reformas se podría llegar a atentar en contra de triunfos ya adquiridos por parte de las distintas fuerzas políticas en años anteriores.
Recordemos que como del mismo modo ha sido abordado en otras ocasiones dentro de este espacio, para las reformas constitucionales, se requiere un número mínimo de votos a favor por parte del Congreso más el voto aprobatorio de las mayorías de las legislaturas de los Estado, ¿qué pasaría si toda la maquinaria fue en un solo sentido, sin intercambio de opiniones que nutren a la democracia, el intercambio de opiniones que busquen el bien común?. Punto importante es recalcar por parte de su servidor que la intención no es hacer proselitismo en favor de uno u otro candidato o candidata, ya que mi postura personal no cuenta con filiación partidista alguna, sino más bien puntualizar que no es bueno poner, como coloquialmente se dice: todos los huevos en una sola canasta, tal como lo retrata el refrán popular.
A lo largo de este sexenio, el titular del Ejecutivo Federal ha dado muestra de constantes enfrentamientos con los otros poderes cuando no ha visto eco en sus determinaciones, algunas con razón y algunas otras sin ella. Del mismo modo, ha criticado y frenado la actividad de organismos constitucionalmente autónomos por no estar acorde a lo que ha decir de él sería lo oportuno o lo necesario. Sin embargo, tanto de un lado como del otro, considero que es necesario confrontar posturas por la vía de la resolución del diálogo y la legalidad para velar todos juntos por el bien común.
La democracia la construimos todos, hace algunos días veíamos muchos ciudadanos acudían a los módulos para la renovación o actualización de sus credenciales de elector, ojalá que haya sido con la intención de ejercer el derecho ciudadano al voto en las próximas elecciones, puesto que el primer obstáculo a vencer, es el alto porcentaje de abstencionismo que de manera regular se presenta en cada jornada.
Escuchemos las propuestas de cada uno de los candidatos que nos toque decidir otorgar el voto de confianza, ejerzamos el derecho al voto y posteriormente exijamos se cumpla con lo que se prometió. Hace no mucho escuche a un analista que decía que la credencial de elector era como una tarjeta de crédito en la que nos dan el derecho a elegir que comprar, acudimos a la urna y “firmamos” al marcar el recuadro de a quien depositamos nuestra confianza y más adelante, terminaremos pagando su uso para bien o para mal.
Seguramente en futuras colaboraciones abordaremos un poco más este tema que sin lugar a dudas nos marcará este 2024.
«Si quieres ser sabio: aprende a interrogar razonablemente, a escuchar con atención, a responder serenamente y a callar cuando no tengas nada que decir.»
Johann Kaspar Lavater
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