Por: Susana Dumit Garciarreal
En estos días me he dado cuenta de que la sociedad, la familia o amistades no respetan las decisiones que tomamos para vivir nuestra maternidad y quiero volver a tocar el tema de la empatía entre mujeres.
Deberíamos ver las cosas de una manera más compasiva sin juzgar a la ligera, sinceramente antes de ser mamá y veía a un bebé en pleno berrinche lo primero que pensaba era “qué onda con la mamá, por qué no hace nada”, cuando en realidad quien está más estresada que nadie es esa mujer porque sabe que su hijo no se calma, se siente observada y es incómoda para los demás.
Realmente quién se encuentra viviendo la maternidad sabe de lo que estoy comentando, tal vez muchas personas no estén de acuerdo conmigo, el decidir ser mamá implica vivir un duelo, no hablo de ese sacrificio que te vuelve en víctima, pero sí que hay un tiempo donde tenemos que guardarnos un poco para cuidar a nuestros hijos cuando son pequeños, es renunciar a lo que eras antes y conocer una versión nueva de nosotras mismas.
Recuerdo que esos primeros años fueron muy cansados para mí, en los cuales sin darme cuenta caí en depresión, puedo hacer una lista del porqué caí en ese “hoyo”, pero el primero es que dejé de voltearme a ver, porque una cosa es guardar un tiempo nuestras alas y otra es olvidarte de tenerlas. Para salir de ese estado y aceptar quien soy ahora, tuve que vivir un proceso, despedirme de muchas cosas y personas, pero seguir trabajando en mí ha sido lo más gratificante, porque aprendí a verme, conocerme y quererme.
Nosotras como mamás estamos criando generaciones que son el futuro.
“Recuerda que algunas veces los milagros, son personas”
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