
| 05 DE MARZO DE 2024 | Nuestra luna se aleja, tiene un hijo y la UNAM inmersa en “Peregrine” |
POR: VÍCTOR MANUEL REYES FERRIZ
Es innegable que el ser humano durante su existencia en este planeta, ha intentado resolver grandes cuestionamientos comenzando por el origen de la tierra, la evolución que se tuvo para llegar al punto en que nos encontramos, las etapas que se han tenido que sortear para encontrarnos en este punto y muchas otras preguntas que poco a poco y gracias a la tecnología se han ido disipando; empero, el tema de la luna ha sido uno de los preferidos por algunos sectores sobre todo científicos, y es que, la relación tierra-luna es innegable; sin embargo, esto puede cambiar en un futuro.
A pesar de contar con grandes avances científicos y tecnológicos, el origen de la luna es todavía incierto y aunque pareciera que ya a estas alturas tendríamos una teoría fundamentada y totalmente consensuada, no es así y lo más irónico quizás, es que en estos momentos nos encontramos, nuevamente, en una carrera espacial pero que ahora involucra incluso a particulares (Elon Musk) dedicando todos los esfuerzos y recursos con la finalidad de ver quién es el que se impone en el aterrizaje lunar y hacer los estudios que nos arrojen mayor información, cuando se podría llegar a pensar que esa misma carrera espacial es porque ya se cuenta con toda la información, lo cual, no es así, entonces todavía nos mantenemos, al menos, con cuatro teorías del cómo surgió ese satélite natural siendo:
- Su formación fue al mismo tiempo que la tierra como “gemelos”;
- Es una masa que se desprendió de la tierra al comenzar a girar;
- La luna fue capturada por la tierra al haber pasado cerca de ésta;
- Fue una colisión de un planeta menor contra la tierra.
Esta última teoría parece contar con mayor peso cada vez, incluso, los estudios que la avalan han indicado un “nombre” a este planeta denominándolo “Theia” que tendría el tamaño de Marte y chocó con la tierra cuando apenas comenzaba a formarse hace unos 4,500 millones de años y que dentro de la baraja de posibilidades que se manejan es que, gracias a ese impacto, la materia que conforma la tierra se unió a la de la luna, al menos en sus capas más superficiales y es por ello que se encuentran isótopos muy similares a los de nuestro planeta.
Avanzando demasiado en el tiempo, llegamos al año de 1998 y precisamente un 5 de marzo, cuando la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA por sus siglas en inglés), anuncia con bombos y platillos que la nave “Prospector” ha encontrado agua en la luna gracias a su potente espectrómetro de neutrones y que se encuentra en forma de hielo en cráteres esparcidos por un en un radio de 25,000 kilómetros cuadrados en el extremo norte y unos 12,000 en el extremo sur y los cálculos iniciales indicaron que la cantidad oscila entre 11 y 330 millones de toneladas del vital líquido pero se encuentran tan dispersos que resultaría prácticamente imposible utilizarla para abastecer hipotéticamente a una base lunar.
Si bien es cierto que la admiración por la luna data desde las primeras civilizaciones asentadas en la región de Mesopotamia, pasando por la cultura Babilónica, también es cierto que la tentación de estudiar la luna in situ, no es nueva para nuestra especie y la primera misión espacial para realizarlo fue mediante la sonda espacial soviética denominada “Luna 2” que fue lanzada del cosmódromo de Baikonur el 12 de septiembre de 1959, seguido de la sonda “Luna 9” lanzada en febrero de 1966 y “Luna 10” a tan solo dos mes posteriores, todo esto fue realizado con anterioridad al momento que conocemos como la misión “Apollo 11” del 20 de julio de 1969, y que a partir de ese momento no se ha detenido la investigación de esta masa espacial tan fascinante que tiene una injerencia innegable sobre nuestro planeta.
De acuerdo con la NASA, la luna es responsable de que la tierra sea un lugar habitable, de entrada, manteniendo estable su oscilación dentro de su eje, controla las mareas y es el factor directo de la existencia de los diferentes climas; cuenta con un tamaño 63% menor a la superficie terrestre y su suelo es sólido y rocoso; empero, siempre veremos el mismo lado de la luna debido a que el tiempo para girar sobre su propio eje (rotación) es exactamente igual al que requiere para completar su órbita (traslación) y a este ejercicio se le llama “bloqueo de mareas sincrónico”. Actualmente, la distancia entre la luna y la tierra es de 384,400 kilómetros; empero, se estima que cuando la luna se formó, se encontraba a tan solo 22,500 kilómetros de distancia, lo cual, nos afirma que la luna se está alejando poco a poco de la tierra y esto tiene consecuencias, no graves, hasta el momento.
El posicionamiento de la luna tiene que ver con mucho más de lo que imaginamos; por ejemplo, hace 1,400 millones de años, debido a la cercanía de este satélite, los días duraban tan solo 18 horas lo que hacía que el ambiente y la vida en el planeta fueran totalmente distintas y derivado del movimiento de rotación de la tierra, se presenta una fuerza de rozamiento ocasionada por los océanos que provoca que cada vez gire con menor velocidad y en contraposición la luna se acelera, de tal suerte que aumenta la fuerza centrífuga provocando que ésta se aleje sutilmente y los cálculos actuales indican que año con año la separación entre estas dos grandes masas es de 3,78 centímetros por lo que al ser tan poco es imperceptible y así seguirá durante miles de millones de años, incluso, se pronostica que antes de poder ser perceptible el sol llegará a su madurez y se expandirá tanto que absorberá una gran parte del sistema solar que conocemos hoy en día.
Para ponerlo en palabras un poco más entendibles y con un ejemplo cotidiano, lo encontraremos en el propio calendario que utilizamos; si recordamos, las antiguas culturas no tenían un año de 365 días, es más, fue hasta la época de los romanos que se comenzó a “regular” por así decirlo el tema de la duración de un año y que gracias al emperador Julio César se estableció el calendario “Juliano” en el año 46 a.C. que sustituyó precisamente los calendarios lunares y que de inicio constaba de 304 días distribuido en 10 meses para suplirlo por un calendario de 365.25 días (por tal motivo cada cuatro años se ajusta con un día más) distribuido en 12 meses y comenzando el 1º de enero en lugar del 1 de marzo con el que habitualmente se hacía; más adelante los astrónomos del siglo XVI le indicaron al papa Gregorio XIII que la desincronización entre los días y las estaciones del año eran más evidentes por lo que se decide hacer un ajuste; ahora bien, resulta que ese ajuste era provocado por el mal cálculo de los minutos, si, 11 minutos diarios, los cuales hicieron que en 1570 se cambiara la fecha por 10 días adelantados (o sea que en la historia no existieron pero en fin) y todo con una finalidad religiosa para adecuar las fiestas pascuales con el equinoccio de primavera.
Sea cual sea la razón de los ajustes y modificaciones de nuestro calendario, lo cierto es que cada vez los días duran un poco más debido a este alejamiento, sin embargo, ahora resalta una nueva circunstancia y es que la luna “tiene un hijo”, el cual, fue descubierto el 27 de abril del 2016 gracias a unos telescopios establecidos en Hawái que visualizaron un asteroide de aproximadamente 40 metros de diámetro y que en realidad es un fragmento de la luna por lo que fue denominado “Kamoʻoalewa” y cuyo nombre astronómico inicial fue “2016 HO3”. Con las múltiples observaciones que se han realizado a este “cuasi satélite” se llegaron a conclusiones similares, es decir, que no orbita la tierra en realidad, sino el sol en una trayectoria paralela y que de hecho son 5 asteroides que se encuentran en este mismo sentido por lo que si el planeta tierra desapareciera, ellos continuarían en su órbita actual; su color es un potente rojo que es producido por la gran cantidad de minerales y que de hecho por las condiciones de visibilidad, el mes de abril es el indicado ya que se perciben una vez al año.
Este descubrimiento se realizó un año posterior al comienzo de un trabajo de creación e investigación sin precedentes en México, donde nuestra máxima casa de estudios estuvo inmersa, me refiero al proyecto “Colmena” que formó parte de la desafortunada misión espacial “Peregrine” que vio su final anticipado el pasado 18 de enero cuando debido a una fuga de combustible en el módulo de la nave, la NASA tomó la determinación de no aterrizar en la luna y regresarlo a la tierra pero explotarla de manera tal que, las partículas explotadas no se convirtieran en “basura espacial”, con lo que los 5 nano robots creados por más de 250 alumnos de la UNAM de carreras de arte, derecho, diversas ingenierías, , física, matemáticas y química que fueron liderados por el Dr. Gustavo Medina Tanco, Jefe del Laboratorio de Instrumentación Espacial (LINX), del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM, vieron cómo se esfumaban sus esfuerzos; empero, sabedores que este tipo de proyectos siempre dan una segunda oportunidad, la declaración del Dr. Medina Tanco nos da una clara idea que el reto continúa al externar “México ha hecho, gracias a todo el esfuerzo que ustedes han puesto, algo que nadie ha hecho en términos de tecnología. Ustedes han demostrado que México es mucho más que un maquilador. México puede crear y puede ser innovador. Esos robotcitos que hemos hecho son realmente máquinas hechas para funcionar en el espacio”. Y la cuenta de X (antes Twitter) nos lo dejo como testigo muy claro que “¡Ya estamos trabajando en #colmena2!”, muchas felicidades y que así sea.
Finalmente, la luna nos tiene deparadas muchas sorpresas aún, serán grandes años los venideros en temas de exploración e investigación, pero el hecho de que los mexicanos ya se encuentren inmersos en este campo de la aeronáutica espacial es lo más sorprendente y gratificante de todo.
DATO CULTURAL.
Un día como hoy en en 1223 a.C., en Ugarit, actual Siria, se documentó el primer eclipse solar de la historia en el que se establece el oscurecimiento total de la bóveda celeste por un lapso de 2 minutos con 7 segundos; en 1616, en Bolonia, Estados Pontificios (actual Italia), la curia romana mediante la “Sagrada Congregación de la Inquisición Romana y Universal” declara como falsa doctrina pitagórica a la hipótesis astronómica de Copérnico instituida en su libro “De Revolutionibus”, el cual, ingresó al índice de libros prohibidos hasta no ser corregido; en 1979, en el espacio exterior, la sonda espacial estadounidense “Voyager 1” alcanza su máxima proximidad al planeta Júpiter. Esta misión conjuntamente con el “Voyager 2” fueron creadas con la finalidad de medir las propiedades de los planetas gigantes.
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