El niño y la muerte

POR: LIGIA PÉREZ GARCÍA

Si poco se habla de la muerte, mucho menos se habla de ésto con los niños, creemos que no es necesario, que no tendrán la capacidad de entenderla, que probablemente ni cuenta se den de ella, es sin duda, más el miedo de los padres o del adulto de tocar éste tema con el niño que el miedo del propio niño.

Supongo que una de las preguntas de alguno de los lectores puede ser, ¿por qué deberíamos hablarle a un niño sobre la muerte? La respuesta en un principio podría ser sencilla, primero por que la muerte es parte de la vida, es lo único seguro que tenemos, ¡¡¡nos vamos a morir!!!, segundo, por que la vida está llena de pérdidas (desde que nacemos), tercero, por que más temprano que tarde morirá alguien a quien el niño conoce o quiere y si nada de esto los convence, lo fundamental para mí es, por que en medida que vayamos hablando con el niño sobre este tema, podrá ir construyendo su propio significado y cuando tenga nuestra edad, (esperemos), a diferencia de nosotros, no tendrá que lidiar más con el tema de la muerte, la verá como lo que es, de manera muy natural.

Ahora bien, ¿cuándo hablar con el pequeño sobre la muerte?, Erikson y Piaget nos hablan de las etapas del desarrollo del ser humano, pero es este último el que nos explica el desarrollo cognoscitivo de los niños, donde podemos ver que antes de los 6 años mas o menos para el niño la muerte es temporal, reversible, existen los “pensamientos mágicos”. Es entre los 7 y 12 años donde aparece el pensamiento operacional, y formará un concepto de muerte más real, donde va a entender que es irreversible y universal.

La vida nos llena de oportunidades para tocar este tema, si un día que están en el parque encuentran un animalito muerto, si falleció su mascota, si muere el abuelo o alguien de la familia, si alguno de sus amigos o compañeros de la escuela tiene una enfermedad terminal o pasa un accidente, todos estos momentos son oportunos para poder platicar con un niño sobre la vida y la muerte, y que, aunque nos han enseñado que el ciclo “natural” es naces, creces, te reproduces y mueres, la realidad es que no siempre pasa así.

¿Cómo hablar con el niño de la muerte? Hay que darle información de acuerdo con la edad del niño, de forma sencilla, manteniendo un diálogo abierto, comprensivo y amoroso, hay que responder todas sus preguntas, con honestidad, evitando usar términos confusos, como mencionar que su ser querido se durmió para siempre o que Dios necesitaba un angelito o se fue al cielo, ya que el niño podría llegar a tener miedo de dormir o enojarse con Dios por llevarse a su ser amado.

Es necesario que el niño, viva el duelo acompañado de alguno de sus padres o por lo menos de un adulto cercano a él, que pueda explicarle lo que va a pasar con antelación, que le explique lo que es un funeral, que pondrán el cuerpo de la persona que falleció en una caja, para que la gente que le tenía cariño y aprecio pueda ir a despedirse, que verá a gente muy triste y que tal vez algunas personas lloren y otras lloren mucho, que todas esas emociones son normales y que está bien expresarlas. Es importante preguntarle al menor si quiere participar en el rito funerario y si así lo decide, implicarlo, tal vez que entregue una flor a los que llegan, leyendo un pensamiento o una lectura, todo esto le ayudará a facilitar su proceso de duelo.

De igual manera es importante que dejemos que el niño se despida de su ser querido, los niños también necesitan cierres, al igual que los adultos, como arriba lo menciono, hay que explicarle al niño que cuando una persona muere, el cuerpo cambia de color, se pone frío, ya no respira, no tiene ningún signo vital, se le debe preguntar si quiere verlo o si prefiere quedarse con la imagen que tiene en su cabeza de su ser querido.

Comprendo que para muchos de los adultos resulta impactante ver un cadáver y por ende ofrecerle al niño ver el cuerpo les puede causar algún tipo de molestia, incomodidad o espanto, pero recordemos que los niños van formando sus creencias de lo que aprenden de los adultos, así que no les pasemos nuestros miedos, ni nuestras incomodidades.

El niño manifiesta su duelo de forma un poco diferente al adulto, pueden mostrar cambios drásticos de humor, llanto frecuente, falta de apetito, de sueño, pesadillas, poca concentración en la escuela, regresión infantil como volver a mojar la cama.

Una de las sugerencias es que en medida de lo posible el menor mantenga su rutina, sus actividades normales, escolares y extraescolares, esto le ayudará a conservar de alguna manera orden. Se necesitará que aumente la comunicación familiar, la escuela también puede ayudar como apoyo, por lo que será importante comunicar lo que está sucediendo en casa.

Eduquemos para aceptar la muerte desde la niñez, sin miedos sin tabúes, sin culpas, de forma sencilla y honesta pero sobre todo con amor.

Hay un libro muy corto que me gusta mucho que puede ayudarles, se llama “Carta para un niño con cáncer” de Elisabeth Kübler Ross, en realidad es una carta que ella escribe en respuesta a un niño de nueve años enfermo de cáncer, dónde le preguntó ¿qué es la vida?, ¿qué es la muerte? y ¿por qué tienen que morir los niños?

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Un comentario en “El niño y la muerte

  1. Ligia, muchas gracias por tocar este tema tan importante y tan natural de la vida y que durante tantos años fue un tema prohibido, intocable sobre todo con los niños difícil de explicar.

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