POR: THELMA MORALES GARCÍA
Cuando hacemos una revisión sobre los diversos esfuerzos por que prevalezcan las lenguas indígenas de los pueblos originarios en nuestro país, nos preguntamos quiénes fueron los precursores de la defensa de las lenguas indígenas y vinieron a mi mente tres nombres: Manuel Gamio, Ángel María Garibay y Miguel León Portilla.
Manuel Gamio nace en la ciudad de México en 1883, hijo de don Gabriel Gamio heredero de una de las minas ubicadas en Temascaltepec y de Marina Martínez hija de un rico comerciante de la ciudad de México, por lo que en su infancia Manuel Gamio asiste a una de los mejores colegios de la época. Manuel Gamio inicia la carrera de ingeniería, la cual abandona para ir a trabajar a la finca familiar.
Dicha finca sellaría su destino, pues en un artículo escrito en 1956 publicado en el periódico El Nacional recuerda: “Empecé a interesarme en la población indígena, cuando viví cerca de tres años, en un rancho de mi familia… mi hermano Rodrigo y yo éramos dizque los administradores de ese rancho palúdico, incrustado entonces entre salvajes bosques milenarios. Como era natural, dada nuestra falta de experiencia, fracasó a la postre esa explotación agrícola, pero alcancé en cambio, una ventaja y fue la de aprender algo del idioma náhuatl, que hablaban casi todos nuestros trabajadores procedentes de la sierra cercana de Puebla.”
En esta anécdota refiere que conoce a un indígena y es quien lo introduce a la vida de las etnias. Desde ese momento Manuel Gamio vislumbra las grandes necesidades y legítimas aspiraciones de los indígenas de nuestro país. Esto es sólo una parte de todo lo que realizaría durante toda su vida, pues se doctoró en filosofía en la Universidad de Columbia en los Estados Unidos en 1921.
Escribió sus reflexiones e investigaciones como un libro que publicó en 1916 que se llama “Forjando la Patria” regresa a nuestro país ha seguir con su labor antropológica y arqueológica, de lo cual decía que era terrible que alabáramos la grandeza de nuestras culturas indígenas prehispánicas y en cambio tuviéramos olvidados a los descendientes de esas culturas, es decir a los indígenas de nuestro tiempo.
Ángel María Garibay nació en Toluca en 1892, es considerado como uno de los más grandes precursores del indigenismo en México junto con Manuel Gamio, además de hacer varias traducciones en diferentes idiomas, fue un sabio y un humanista. Su interés por las lenguas indígenas surgió cuando fue párroco en distintos lugares del Estado de México, como Otumba, Tenancingo, Huixquilucan, San Martín de las Pirámides y para comunicarse con sus feligreses y ganar su confianza aprendió náhuatl y otomí.
Cabe señalar que Miguel León Portilla fue el heredero de Gamio y Garibay, pues fue discípulo de ambos precursores del indigenismo en México, se desarrolló en la academia como investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México y fue miembro del Colegio Nacional. Entre sus muchas acciones contribuyó a establecer la educación bilingüe rural en nuestro país y logró que se revalorara la literatura náhuatl no sólo de la antigüedad, sino también de la época actual pues aún es la lengua materna del 1.5 millones de personas.
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