Los “NO propósitos del 2025”

21 DE ENERO DE 2025 Los “NO propósitos del 2025”

POR: VÍCTOR MANUEL REYES FERRIZ

Cada año que culmina hacemos una lista interminable de propósitos para iniciar el siguiente año, en algunas ocasiones los hemos logrado; empero, en la mayoría de los casos esto no sucede y podemos atribuírselo a muchísimas causas; sin embargo, una de ellas es el sentimiento decembrino que nos embarga el que orilla a proponernos actividades o actos diferentes a los que de manera cotidiana hacemos y aprovechando que todavía está presente, al menos de alguna manera, ese sentimiento considero oportuno poder invitarlos a que los lleven a cabo.

Dentro de los propósitos que planteamos podemos incluir desde acciones que son sumamente importantes como dejar de fumar, ir al gimnasio, bajar de peso, dejar de procrastinar, aprender un idioma, terminar la preparatoria, pasar más tiempo con la familia y no dedicarle tanto tiempo al trabajo, ahorrar, pagar deudas, hasta algunas situaciones que, en caso de no hacerlas, no cambiaría nuestras vidas y entre ellas encontramos cosas como hacer las vacaciones soñadas, cambiar de auto, comprar el celular que acaba de salir al mercado, renovar el guardarropa, en fin, muchas otras cosas que en realidad no harán que tu vida cambie para bien; sin embargo, lo que no he escuchado son propósitos que tengan un verdadero impacto no solo en la persona sino que incluyan a su familia cercana y se vaya extendiendo hasta permear en su comunidad e incluso en la sociedad.

Respecto a una lista de los “NO propósitos del 2025”, desearía que no tuviera que escribir de ellos, porque eso significaría una plena conciencia de todos nosotros y no puedo hablar de manera general; sin embargo, desafortunadamente en este caso, es o somos una amplia mayoría los que cabemos en ella y me refiero a que no contemplamos cambiar o mejorar costumbres para un nuevo año como las de NO atravesarse a mitad de la calle, NO estacionarse en lugares prohibidos o en doble fila, NO utilizar el celular ni para llamadas ni mensajes mientras vamos manejando, NO dejar de ceder el paso al peatón o bien respetar el UNO-UNO para los vehículos, el de NO gastar tanta agua mientras me baño, NO tirar basura en las calles y en ningún lugar que no sea un cesto específico para la recolección de basura, NO aventar el carro para pasar primero, NO contaminar tanto ya sea con productos que dañen al ambiente o bien al comprar cantidades de comida a domicilio, NO desperdiciar comida, NO criticar, NO juzgar, en fin, muchas acciones y actividades que, si bien no serán visibles físicamente, si lo serán en dos vías muy importantes; la primera de ellas a manera de introspección y en cómo vamos convirtiéndonos en mejores seres humanos, y la segunda y tal vez más importante es que, es de todos sabido el dicho popular que versa “la palabra enseña pero el ejemplo arrastra”, por ello, mientras más civilizados seamos, nuestras acciones tenderán a ser congruentes con ello y, a los ojos de los demás, se irá generando una cultura diferente que nos otorga la posibilidad de contagiarla y es en ese preciso momento que nuestro propósito cobra total relevancia.

Este pensamiento, a manera personal, no proviene de un asunto meramente decembrino, ha sido una inquietud grande desde hace muchos años ya que, en la ciudad en la que vivo, es altamente frecuente que sucedan este tipo de actividades donde se corre riesgo de ir caminando sobre las cebras peatonales y que alguien que va al volante esté distraído sólo porque quiere ir mandando mensajes de texto, o que, una persona que tiene que llegar a un comercio que se encuentra a mitad de calle y va en el taxi, Uber o como copiloto, haga una parada frente al lugar al que debe llegar, en lugar de buscar donde estacionarse para no interferir en el tránsito cotidiano y, los demás debemos esperarnos y peor que eso, respetar y convalidar su acción porque pues ya es lo “normal”; entonces, hemos llegado a normalizar conductas que lo que menos tienen es que sean normales, dejando a un lado que, en esencia, no son ni siquiera correctas, legales, racionales y mucho menos civilizadas.

De hace unos años a la fecha, he notado que en general, nos hemos ido convirtiendo en una sociedad asocial que busca de manera contundente el bienestar personal por encima del colectivo, nuestras prisas por llegar primero en cualquier rubro nos hacen literalmente competir en todos los aspectos de nuestras vidas sin realizar una pausa, detenernos un poco y analizar si ese comportamiento es adecuado, si nuestras acciones son bien intencionadas, si aportamos algo a quienes nos rodean; no en vano según datos de la consultora internacional Ipsos, al menos el 78% de las personas piensan que una salud mental es necesaria; empero, únicamente el 34% dice que el sistema de salud de sus respectivos países lo tiene contemplado, por otro lado, un 62% refiere que el estrés ha tenido cabida en su vida al menos en el último año y un 39% asegura que en ese mismo lapso de tiempo ha tenido que ausentarse del trabajo por el mismo padecimiento; lo anterior, con base en el reporte del “World mental health day 2023”; por su parte, la empresa estadounidense de análisis y asesoría Gallup, emite cifras específicas en el empleo bastante preocupantes, donde muestra que la falta de compromiso en los empleados cuesta a la economía mundial 8,9 billones de dólares al año y que esto ha sido detectado debido a que al menos un 62% de los trabajadores no tiene compromiso con su empleador contra un 23% que si lo hace y el restante 15% se encuentra desvinculado totalmente.

Según este último reporte, el nivel de estrés ha ido incrementando desde el año 2017, cuando presentó su alza más notable; sin embargo, decreció del año 2022 al 2023 a niveles del 41% pero no podemos quedarnos conformes con que esa sea la causa y dormirnos en nuestros laureles, definitivamente el ritmo de vida se ha incrementado, la necesidad de respuestas inmediatas es el pan nuestro de cada día, y la competencia por supuesto es voraz, pero tenemos bastantes herramientas mucho más poderosas para combatir esta vorágine que nos tiene a todos con los pelos de punta y, entre ellas, está nuestra razón y nuestra actitud porque dejar que sigan sucediendo las cosas de esa manera nos va a llevar al lugar de donde no se regresa y nos llevan flores cada año, y lo peor de todo es que ahí no termina el asunto porque seguimos contagiando a quienes están a nuestro alrededor ya sean amigos, familiares, compañeros de trabajo incluso personas con las que nos cruzamos eventualmente; bueno fuera que en este tema específico se pudiera aplicar otro dicho popular que dice “muerto el perro se acabó la rabia”, pero no es así.

Finalmente, no basta con tener buenos deseos y propósitos cada que comienza un año, no tenemos que esperarnos a que nuestras acciones coincidan con “fechas especiales”, podemos y deberíamos, implementar pequeños ajustes en cualquier momento de nuestras vidas, comenzando por poner la alarma del despertador 10 minutos antes y con ello no tendríamos prisa de nada, podríamos evitar aventar el carro a los transeúntes o a otros vehículos, al no tener que ir corriendo, disfrutaríamos nuestros trayectos diarios, escuchar música con mayor atención, generar un ambiente de tranquilidad con los que nos rodean y nos regalaríamos la oportunidad de decirle “buenos días”, a cuantas personas se crucen en nuestro camino.

DATO CULTURAL.

Un día como hoy en 1793 en París, Francia, el ex rey Luis XVI es llevado a la entonces “Plaza de la Revolución” (actual Place de la Concorde) para ser ejecutado mediante la guillotina por haber sido condenado por cargos de alta traición derivado de la instauración de la Primera República francesa a cargo de una Convención Nacional (asamblea constituyente). Luis Augusto de Francia fue el único rey en ser ejecutado; en 1869 nacía en Prokóvskoye, Imperio ruso (actual oblast de Tiumén) el campesino, místico, monje, ocultista y finalmente político Grigori Yefímovich Rasputin quien, por haber curado de hemofilia al hijo del zar Nicolás II, ganó su aprecio al grado de encargársele el mando del gobierno ruso mientras el propio zar encaminaba su ejército en la Primera Guerra Mundial; en 1950 fallecía en Londres, Inglaterra, el crítico literario, ensayista, escritor, novelista y periodista británico nacido en India, Eric Arthur Blair mejor conocido bajo el pseudónimo de George Orwell, quien es considerado uno de los autores más influyentes del siglo XX y cuyas obras mayormente encaminadas a juzgar la ortodoxia social, nos muestran los alcances de quienes ejercen los distintos poderes. Entre sus mayores obras encontramos “Animal Farm” (Rebelión en la granja – 1945), “Down and Out in Paris and London“ (Sin blanca en París y Londres – 1933) y por supuesto su obra cumbre “1984” (1948).

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