
| 04 DE MARZO DE 2025 | De nimio a imprescindible |
POR: VÍCTOR MANUEL REYES FERRIZ
Cuando escuchamos la palabra “ballet”, nuestra mente comienza a arrojarnos imágenes de bailarinas y bailarines soportando el peso de su cuerpo en solamente los dedos de sus pies, en escenarios con destellos de luces blancas y en algunos casos algo coloridos, y para algunos un poco más conocedores del tema, posiblemente aparecerán fragmentos de obras como “Carmen”, “La bella durmiente” o “El cascanueces” (estos últimos, por cierto, también de su autoría); sin embargo, para la mayoría de la gente escuchar la palabra ballet, nos lleva de inmediato a pensar en “El lago de los cisnes” que hoy en día, es sinónimo de una puesta en escena única, extraordinaria, perenne, fascinante y sobre todo atemporal; empero, esto no fue así hace 148 años cuando precisamente un 4 de marzo del año 1877 se realizó su premier mundial en el entonces llamado Teatro Bolshoi de Moscú y que fue el primer ballet de la autoría de Piotr Ilich Tchaikovsky quien contaba con 35 años de edad en aquel momento.
El origen de esta trascendental obra es un tanto curioso y es que, durante una visita familiar en el verano de 1871, el catedrático, compositor, coreógrafo, crítico musical, director de orquesta, libretista, pianista y traductor Piotr Ilich Tchaikovsky, comienza a escribir una pequeña suite de danzas (figura musical que se desarrolla de manera instrumental y presenta danzas en un cierto orden) para que sus sobrinos las interpretaran, y cuatro años más tarde, en septiembre de 1875 es invitado por parte de su amigo Vladimir Petrovich Begichev quien fungía por aquel tiempo como el administrador del Teatro Bolshoi, a que compusiera un nuevo ballet para ser presentado en dicho recinto y, Piotr aceptó, según algunas fuentes, por dos razones principales que fueron la necesidad económica y el querer incursionar en un estilo musical que estaba aglutinando fuertemente a la aristocracia rusa.
Durante los siguientes dos años, Tchaikovsky trabajó arduamente para lograr una pieza musical única, incorporando en un principio aquellos fragmentos de la suite de danza que compuso para sus sobrinos y ajustando parcialmente la partitura de su ópera “Undina” que es un drama lírico basado en la obra del mismo nombre del escritor alemán Friedrich Heinrich Karl de la Motte, Barón Fouqué quien, por cierto, es considerado uno de los máximos representantes del romanticismo literario; por su parte, el argumento, aunque no se tiene claridad del todo, se asume que partió del cuento alemán “Der geraubte Schleier” (El velo robado) de la autoría del escritor, cuentista y poeta Johann Karl August Musäus, así como, del propio cuento “Ondina” del cual, se producirían las diferentes versiones operísticas, y finalmente permea en el argumento, el poema de ”La metamorfosis” del célebre poeta romano Ovidio; de tal suerte que, la mezcla de tantos géneros literarios, termina por darle sustento a una historia majestuosa que culminó con la supervisión del libreto por parte del bailarín y profesor Vasily Gelzer y el propio dramaturgo Begichev; en cuanto a la coreografía, fue obra del bailarín, coreógrafo y profesor checo Julius Wenzel Reinsinger, para que finalmente quedara totalmente armada una de las obras icónicas de la música y la danza de la historia mundial, “El lago de los cisnes” o conocido en ruso como “Lebedínoye óziero”.
La historia de esta pieza, ahora clásica, nos relata en cuatro actos, el momento en que el príncipe Sigfrido debe elegir una esposa y será precisamente en la celebración de sus 21 primaveras el momento en que tomará esta importante decisión; empero, la aparición del brujo Rothbart y su hija Odile, se interpondrán entre el príncipe y su verdadero amor, la doncella Odette, de quien una noche antes de su festejo quedó impresionado y por ello, la invitó al baile para ahí, reconocerla como su futura esposa; sin embargo, el maleficio, las trampas y el engaño por parte de Rothbart hacia el príncipe, harán que su amor con Odette sea imposible y únicamente pueda lograrse en la muerte. Si deseas una sinopsis detallada y profesional del argumento de los cuatro actos te comparto este link.
Una vez que la obra quedó completamente conformada, se determinó que quien protagonizaría a la doncella Odette y a Odile, sería la solista principal Anna Sobeschanskaya, quien en realidad no era, en aquel momento, la prima ballerina de la compañía Bolshoi; sin embargo, se le dio la oportunidad, situación que con el paso del tiempo, el compositor ruso seguramente lamentó ya que, existieron grandes diferencias con ella debido a que durante el tercer acto no bailaba como solista principal sino más bien como una de las novias de la fiesta en el palacio, por lo que ella decidió acudir con un coreógrafo externo, el francés Alphonse Victor Marius Petipá para que le adaptara una coreografía sobre una música del compositor ruso Fiódorovich Minkus; de tal suerte que esto no agradó en lo absoluto a Tchaikovsky por lo que su respuesta fue además de inesperada, genial, porque no solo creó una nueva música para esa coreografía sino que para las funciones en que no apareciera Sobeschanskaya y fuera interpretado dicho papel por la bailarina Polina Karpakova le compuso la danza rusa y con ello ambas bailarinas quedaron encantadas.
Llegada la fecha del estreno, no sin haber sorteado grandes problemas, la noche del 4 de marzo fue un rotundo fracaso, la crítica no se hizo esperar y bombardearon por todos los frentes el mal trabajo realizado, comenzando por supuesto con la música, la cual, para aquellos tiempos era bastante rápida y ruidosa, hecho que el mismo Piotr dejó claro en su diario al escribir “Últimamente he escuchado la música muy inteligente de Delibes. El lago de los cisnes es pobre comparado con ella. Nada en los últimos años me ha encantado tanto como este ballet de Delibes”, aunque no es claro a que ballet se refería exactamente, se aduce que podría ser a “Coppélia” o bien a “Sylvia”, y remata con una frase sumamente fuerte que abarca no solo la parte en que el intervino sino a la producción en general, “Pura porquería, no puedo pensar en esto sin sentir vergüenza”; por su parte, la coreografía fue lo más criticado, al grado que únicamente sobrevivió en 27 representaciones para que finalmente fuera sustituido Reinsinger por el coreógrafo belga Yosef Hansen en 1882 y tampoco tuvo éxito.
Aquel dicho popular que versa como “la tercera es la vencida”, aplica completamente en esta trama porque un año más tarde, a la muerte del célebre Piotr Ilich Tchaikovsky, se realizó a manera de homenaje en San Petersburgo, una puesta en escena con las mayores obras del compositor y le solicitaron a Petipá que montara “El lago de los cisnes”; empero, se negó rotundamente y fue en ese momento en que el coreógrafo ruso Lev Ivánovich Ivánov tomó las riendas para lograr el objetivo; sin embargo, poco a poco fue transformando la coreografía completa, suprimiendo danzas excesivas, eliminó las alas del vestuario para hacer que fueran los brazos de las propias bailarinas, los encargados de proporcionar esa magia y sobre todo la implementación del pas de deux (paso a dos) para crear el conocido como “acto blanco” llevando a esta obra a un nivel de perfección inigualable en la presentación en el Teatro Mariinski de San Petersburgo el 15 de enero de 1895, por lo que su creador, nunca pudo ver la fama y reconocimiento mundial que su obra generó y continúa recibiendo hasta el día de hoy.
Finalmente, la historia de Tchaikovsky debe hacernos reflexionar bastante, comenzando porque si bien su éxito al momento en que le fue encomendada la creación de este ballet no era ínfimo, tampoco se encontraba en una posición consagrada dentro de la música, y el hecho de haber salido de su zona de confort para integrarse y mimetizarse en un mundo completamente nuevo y desconocido para él, lo llevó a que actualmente sea reconocido como el mayor compositor de ballets de todos los tiempos por lo que nunca sabremos de nuestras capacidades si no las ponemos a prueba.
DATO CULTURAL.
Un día como hoy en 1687 nacía en Venecia, Italia, el catedrático, compositor musical, director, presbítero católico y violinista Antonio Vivaldi, quien es uno de los compositores más reconocidos de la época barroca y entre sus muchos grandes legados nos dejó la colección de 12 conciertos “L’estro armonico” (1711), el canon de misa “Gloria RV 589” (1713) y por supuesto su obra cumbre, los conciertos para violín “Le quattro stagioni” (Las cuatro estaciones -1721); en 1832 fallecía en París, Francia, el egiptólogo, historiador y traductor Jean-François Champollion, quien entre muchos de los grandes logros nos dejó el legado de la “Piedra Rosetta” que es una roca encontrada por las tropas de Napoleón por medio de la cual el 27 de septiembre de 1822, este erudito francés logró descifrar la escritura jeroglífica y con ello hemos podido conocer la milenaria cultura egipcia; en 1936, en Friedrichshafen, Alemania, se realizaba el primer vuelo del zepelín alemán LZ 129 Hindenburg que contaba con una longitud de 245 metros y un diámetro de 41,18 metros para albergar a 50 pasajeros (aumentado al año siguiente a 72 pasajeros). Esta aeronave contaba con todas las amenidades necesarias para trasladar personas de extremo a extremo del mundo con todas las comodidades imaginables.
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