El nigromante memorias prohibidas; Ignacio Ramírez

POR: THELMA MORALES GARCÍA

Ignacio Ramírez Calzada, nació el 22 de junio de 1818 en San Miguel el Grande, Guanajuato, actualmente es San Miguel de Allende. De madre indígena de estirpe pura, descendiente de caciques aztecas y tarascos y de padre criollo.

Entre las anécdotas que existen de la infancia y que, tal vez son poco conocidas de la vida de Ignacio Ramírez, que se encuentran publicadas en “Ignacio Ramírez El Nigromante Memorias prohibidas”  de Emilio Arellano su descendiente, donde se narra qué cuando era muy pequeño y les decía a sus padres José Lino Ramírez y Ana María Guadalupe Sinforosa Calzada, que no asistiría a la misa del domingo como entonces se acostumbraba; lo castigaban –o creían hacerlo– encerrándolo en la biblioteca, donde tenía a su disposición todos los libros que ahí se encontraban y se la pasaba leyéndolos sin la supervisión paterna, por ser considerados prohibidos.

Fue así que desde niño tuvo acceso a autores como Voltaire y Montesquieu, su avidez por la lectura le permitió que años más tarde en la Academia de Letrán sus disertaciones sobre el principio: “No hay Dios; los seres de la naturaleza se sostienen por sí mismos” fueran inauditas en aquella época y fue felicitado por los académicos e intelectuales, para algunos sus ideas fueron aceptadas aunque no lo hicieron público, en cambio el resto de la gente y sobre todo el clero las consideraba terribles hasta el grado de que cuando se paseaba por las calles de la ciudad se referían a él como: “Ese hombre viene del infierno”.

En su niñez Ramírez, buscaba la forma de obtener dinero y en días de asueto se iba al centro de San Miguel de Allende y esperaba la llegada de las diligencias y pregonaba sus servicios como guía de turistas, así obtenía algunos reales, los cuales, cuando llegaban a tres, iba al mercado y compraba infinidad de pájaros, después iba al campo y los dejaba libres, en una ocasión su padre le siguió y al preguntarle a su hijo el motivo de comprar las aves y después soltarlas, éste le contestó que ellas al igual que los hombres tenían derecho a la libertad.

Ignacio tenía tres años cuando se consumó la independencia de México en 1821, pero un año antes su padre don Lino Ramírez fue arrestado por órdenes de  Félix María Calleja bajo el cargo de herejía, motín, alteración del orden público y traición a la corona española y enviado a la ciudad de México y confinado a las mazmorras de la cárcel de la Santa Inquisición; durante ocho meses sufrió los peores tormentos, de ahí saldría en un estado de salud deplorable, del que jamás se recuperaría.

Mientras tanto el niño Ignacio tuvo que vivir junto con su madre y un hermano el arresto domiciliario durante semanas, después se les trasladó al Convento Real de la Concepción y estuvieron detenidos durante siete meses en una habitación bajo llave. Con la inteligencia de Ignacio Ramírez a tan corta edad, nunca olvidaría tal afrenta contra su padre y seguramente ello lo forjó para convertirse, al igual que él, en un liberal y valeroso activista de las causas del pueblo. Después de la liberación de don Lino, toda la familia fue a recibirlo a las puertas de la prisión, donde encontraron a un hombre inválido y decidieron regresar a Guanajuato donde verían el triunfo de la Independencia.

Sería hasta los 16 años cuando sus padres lo enviarían a estudiar a la ciudad de México para continuar sus estudios en el Colegio de San Gregorio, se cuenta que a diferencia de sus compañeros de clase que, se divertían organizando excursiones a Chapultepec durante las tardes y los fines de semana, Ignacio Ramírez se alejaba del grupo para visitar las bibliotecas. Cuando el director de la escuela Juan Rodríguez Puebla, se entera de que un alumno había agotado su libreta de control después de tres meses de haberla recibido, comprobó maravillado que Ramírez había leído diversos volúmenes de todas las ciencias y doctrinas. Con ello comprobamos que Ignacio Ramírez abrevó de estas grandes y maravillosas bibliotecas el conocimiento que lo llevaría a convertirse en el liberal más puro y en el famoso Nigromante.

Recuerdo que en 2009 en la Biblioteca Pública Central Estatal, se realizó una exposición donde se mostraban fotografías relacionadas con la vida y obra de Ignacio Ramírez, varias de estas fotografías nunca se habían mostrado al público, pues permanecieron resguardadas por la familia, por cierto le sobrevivieron sus cinco hijos: Ricardo, Román, José, Manuel y Juan Mauricio. Se casó el 17 de octubre de 1847 en la Parroquia de San José, en Toluca, con Soledad Mateos, tía de Adolfo López Mateos quien sería presidente de México.

Ese día se encontraba entre los asistentes uno de sus nietos, cuyo nombre no recuerdo, pero fue él quien proporcionó algunas de las portadas del primer libro de texto que se conoció y rememoró que cuando su abuelo, invitado por Francisco M. de Olaguibel, Gobernador del Estado de México para organizar el gobierno, apoyó para que se restableciera el Instituto Literario de Toluca en 1846, de donde más tarde sería catedrático de Derecho, Literatura y lograría promover becas para estudiantes sobresalientes entre los que destacaron Ignacio Manuel Altamirano quien sería su discípulo.

El nieto del Nigromante, habló de que en ese entonces no existían los libros de texto, por lo que Ignacio Ramírez empeñó un reloj de oro que le había sido obsequiado a su padre don Lino Ramírez –quien había sido insurgente–, el mismísimo cura Miguel Hidalgo; con ese dinero logró comprar una pequeña imprenta usada, y en ella realizó los primeros libros de texto gratuitos que servirían para los alumnos del Instituto. En el gobierno de Adolfo López Mateos se creo la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos en 1959, por lo que intuyo que fue producto de la idea de su tío Ignacio Ramírez.

Este libro fue editado por Planeta y la Universidad Autónoma del Estado de México y al revisarlo, me encuentro las fotografías del archivo de la familia Ramírez, así es que, este libro nos acerca a un personaje fundamental de nuestro pasado nacional.

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