Por: Susana Dumit Garciarreal
Mi niño Mario es un maestro, desde que llegó me ha enseñado a cómo vivir superando todas las barreras impartiendo su luz en todo momento, es un alma guía que me hace recordar que estamos en este mundo para disfrutar la vida eligiendo desde el amor.
Mi niño Rafael, su alma es colorida llena de sabiduría, de risas y diversión, llegó a completar mi vida de amor eterno.
Los dos son mi fortaleza, mi ancla y mis alas, son esa inspiración poderosa que me acompaña todos los días, entendiendo que al cuidarme los cuido y al amarme le ayudo a abrir sus propias alas.
Para mis hijos:
Quiero que celebren sus alegrías y logros, porque eligieron venir a esta vida a vivir, disfrutar y a aprender. Deseo que elijan siempre el amor que libera y no que esclaviza, quiero recordarles que su primer lealtad es con ustedes mismos y no con nadie más, que perderán gente que amaron pero nunca se pierdan a ustedes. Espero tengan la valentía de alejarse de los lugares y de las personas donde su corazón se sienta pequeño y elijan donde su alma se eleve, recuerden que ustedes son su lugar seguro, deseo que aprendan a poner límites y nunca sientan culpa por elegirse. Los bendigo para que se abran caminos a la abundancia y sean un imán de todo lo bueno. No tengan miedo de sentir las caídas, porque para ir hacia delante tendrán que aprender que una caída es el empujón para ir más fuerte en su andar.
Y yo mientras seré el viento para abrir sus alas, eternamente con ustedes. Los amo más allá del tiempo y el espacio. Mamá
“Recuerda que algunas veces los milagros, son personas”
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