Por: Susana Dumit Garciarreal
Estos días vino a mi mente una conversación que tuve con mi tanatóloga hace algunos años. Me dijo que tener presente la muerte nos da la oportunidad de disfrutar más intensamente la vida. Hoy, esa reflexión me hace más sentido que nunca.
Aunque mi flaco no puede hablar, es un verdadero divulgador de fuerza, valentía y actitud positiva. Es un ser humano con un alma llena de colores. Siempre tiene una sonrisa en el rostro, y creo que, si pudiera darnos un mensaje, sería: no te rindas.
Su vida es sinónimo de superación. Es la persona más resiliente que conozco. Me ha enseñado a reconocer los verdaderos milagros, a valorar lo que sí hay, y a soltar lo que no fue.
Sé que a cada uno nos toca algo distinto, y que eso no lo hace más o menos complejo. Todos vivimos situaciones únicas, con nuestros propios dolores y batallas. No hay comparación posible.
Hoy, la vida —y mi hijo— me regalaron un recordatorio:
No importa cuánto dure, mientras sepas valorar cada momento. Si estás vivo, si estás sano… aprovéchalo
“Recuerda que algunas veces los milagros, son personas”
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