El perdón en el duelo

POR: LIGIA PÉREZ GARCÍA

Según Enright (1996), el perdón es un proceso humano profundo que ha sido definido como la decisión consciente de soltar el resentimiento y el deseo de venganza para abrir el paso a la compasión y la paz interior.

En el duelo, no solo duele la ausencia, también pesan la culpa, el enojo y el resentimiento. El perdón no borra el pasado ni lo justifica lo que pasó, pero si nos libera de la carga que mantiene abierto al dolor. Perdonar es un regalo que nos hacemos a nosotros mismos, un acto de soltar para poder seguir adelante, caminar más ligeros y encontrar la paz en medio de la pérdida.

Etimológicamente la palabra perdón proviene del latín perdonare, per: “por completo, totalmente” y donare: “dar, regalar”, por lo que perdonar significa “dar completamente”, implica la idea de soltar, liberar a alguien que ha ofendido.

Parece más fácil explicar lo que no es el perdón para poder entender mejor su concepto:

Perdonar no significa dejar de darle importancia a la situación, ni justificar el comportamiento de quien te hizo daño, ni tampoco justificar la conducta.

Perdonar tampoco es olvidar, pero si modificar el modo en el que recordamos el pasado, dejar de sentir rencor y dejar el sentimiento de venganza, liberándote de ataduras que te amargan el alma.

No necesariamente significa reconciliarte con la persona, es una forma de alivio, la reconciliación supone el restablecimiento de la confianza, así como la restauración del vínculo.

Se entiende por perdón, el soltar, dejar ir, es un regalo para nosotros mismos, no es para el otro, es una experiencia que nos beneficia a nosotros, te libera de sentimientos que te lastiman, es soltar aquello que te ha generado dolor.

Por lo tanto, una de las propiedades del perdón implica que a pesar del daño que sufriste decides dejar atrás el pasado.

En el contexto tanatológico es un paso esencial para la aceptación y la integración de la pérdida. El perdón en el duelo es un proceso profundo que involucra aceptar la realidad de la pérdida, reconciliarse con lo que fue y soltar la culpa que impide avanzar.

Cuando el ser querido ha fallecido, puede aparecer el resentimiento, por lo que nos hicieron ó faltó que hicieran por nosotros o por que la persona no estuvo o no hizo, significa, volver a vivir lo que nos hizo el otro, una y otra vez. Para perdonar es necesario estar dispuesto a abanonar la lucha que hay implícita en el resentimiento, es el mejor bálsamo que hay para nuestras heridas espirituales.

De la misma manera, la culpa aparece de manera frecuente durante el duelo, especialmente, cuando la persona cree que pudo haber evitado la muerte, que no actuó de la mejor manera o que hay asuntos inconclusos. Se pierde el bienestar emocional, y trabajar en el perdón se vuelve necesario para sanar esa relación.

La culpa, aunque frecuente, no tiene que convertirse en una carga permanente; el perdón, tanto hacia uno mismo, como hacia otros, es un puente hacia la paz interior. Las herramientas terapéuticas que promueven el perdón pueden ser valiosas aliadas en este camino, ayudando a que la persona en duelo logre un cierre emocional que no significa olvidar, sino integrar la pérdida como parte de su historia personal.

Es necesario reconciliarnos con nosotros mismos o con los demás, asumir que las cosas pasaron de esa manera, que no se puede cambiar, ni volver el tiempo atrás, que somos seres humanos que nos equivocamos y que somos mucho más que ese error, ese acto no te define. No perdonar te mantiene atado a ese momento que te lastima constantemente.

Es importante reconocer que necesitamos perdonar o perdonarnos, pero, si por alguna situación no es posible hacerlo con el otro, ya sea por que el enojo no se los permite o por que la persona ya no está, recordemos que, el perdón a nosotros mismos no debe depender de la disposición de perdonarnos de otra persona.

Algunas herramientas que pueden ayudar a trabajar el perdón:

Escribir una carta a la persona fallecida o a nosotros mismos, explicando lo que pasó, expresando las emociones, aceptando y reconociendo los errores, pide u otorga el perdón, la carta ayudará a clarificar tus pensamientos y sentimientos.

Hablar de la situación con algún familiar y/o amigo de confianza. El reconocer la falta que se cometió con otra persona ayuda en el proceso de sanación, hablar ayuda a quitar la carga de la culpa, rabia y frustración.

Rituales simbólicos como encender una vela, realizar una ceremonia donde se suelta un globo, simbolizando que se suelta la culpa, el resentimiento, la rabia, donde decides liberarte del pasado para obtener paz y tranquilidad.

Buscar acompañamiento tanatológico donde tendrás un espacio seguro para desahogarte, expresar tus pensamientos y emociones, sin ser juzgado, donde podrás trabajar el perdón y el autoperdón para liberarte y sanar.

Reconocer y aceptar tus pensamientos y sentimientos te ayudará a orientarte en el camino del autoconocimiento y el amor por uno mismo, lo cual te permitirá continuar con el proceso de perdón y sanación.

El perdón es un proceso continuo, un trabajo interno y profundo que no tiene que ver con el otro, donde se escoge abandonar el dolor emocional, el resentimiento, el enojo, la tristeza, la culpa y elegir, de manera consciente, el camino de responsabilidad, trabajo y reparación.

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*Referencia Bibliográfica.

Enright, R. D. (1996). Counseling within the forgiveness triad: On forgiving, receiving forgiveness, and self-forgiveness. Counseling and Values, 40(2), 107–126.

https://doi.org/10.1002/j.2161-007X.1996.tb00844.x

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