POR: LIGIA PÉREZ GARCÍA
El 10 de septiembre se conmemoró el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, este día tiene como objetivo derribar barreras como el estigma y crear consciencia para la prevención y apoyo sobe el tema del suicidio, que se ha vuelto prioridad debido a que la tasa de mortalidad por suicido ha ido en aumento.
Según estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año mueren cerca de 800,000 mil personas por suicidio, lo que equivale a una muerte cada 40 segundos, por cada suicidio hay más de 40 personas intentándolo y 200 que lo piensan y es de poner atención, el hecho de que es la cuarta causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 19 años de edad.
El suicidio es un tema de vida o muerte, es una problemática social de salud pública que puede afectar a cualquiera sin importar edad, sexo, nivel social, educativo o cultural de una persona que, atraviesa una situación de dolor y no cuenta con los recursos emocionales o un entorno que lo ayude a evitar que cometa el acto de quitarse la vida.
Al hablar sobre suicidio es común que existan muchos mitos y barreras que impiden detectar señales y brindar ayuda oportuna:
• Quien lo dice, no lo hace. Se suele pensar que sólo lo hacen para llamar la atención, no hay que minimizar el riesgo cuando alguien está hablando de quitarse la vida, es una persona que está tratando de pedir ayuda de algo que no puede o sabe gestionar.
• Quien quiere suicidarse, no lo dice. 9 de cada 10 personas que lo expresaron, lo llevaron a cabo.
• Hablar de suicidio puede incitar a la persona para quitarse la vida. Este mito nos llama al silencio, hablar del suicidio no lo promueve, lo previene, hablar salva vidas, es necesario poner en palabras lo que duele y sacarnos del dolor emocional.
• Si alguien lo intentó, no lo volverá a hacer, que existan intentos previos predice con más fidelidad la posibilidad de que un suicidio sea consumado.
• Sólo las personas con trastornos mentales se suicidan, es cierto que la presencia de un trastorno mental es un factor de riesgo a tener en cuenta, pero no es necesario tener depresión, ansiedad o algún trastorno para cometerlo. El suicidio tiene que ver con un agudo sufrimiento emocional que no saben cómo afrontar.
• Los niños no se suicidan. La realidad nos confronta con cifras preocupantes, la tasa más alta de suicido se presenta en los jóvenes de 15 a 19 años, sin embargo, en México 704 niños y adolescentes de 10 a 17 años murieron por suicidio en el 2022, esto quiere decir que, de 100 mil habitantes, 5 se van a suicidar y de esos, 1 será menor de edad.
El suicidio, no responde a una única causa, sino que es el resultado de la interacción de múltiples factores de riesgo, estas causas tanto individuales como sociales, aumentan la probabilidad de que el suicidio ocurra. A continuación mencionare los más relevantes:
1. Intento de suicidio previo: los individuos con varios intentos de suicidio tienen más riesgo de muerte por suicidio que los individuos con un solo intento
2. Trastornos Mentales: se estima que el 90% de las personas que mueren por suicidio padecían por lo menos un trastorno mental no tratado o mal manejado.
3. Dependencia al alcohol y drogas ilegales. La probabilidad de tentativa suicida aumenta con la presencia de abuso de alcohol de 60 a 130 veces el riesgo y puede aumentar la impulsividad.
4. Factores socioculturales: La estigmatización de los trastornos mentales, la discriminación, la falta de apoyo social, el aislamiento, la pobreza y la violencia son elementos que incrementan significativamente el riesgo de suicidio. Asimismo, la pérdida de empleo, los conflictos familiares, el acoso escolar o laboral y las rupturas afectivas representan situaciones altamente estresantes que pueden detonar una crisis suicida, especialmente en personas con antecedentes previos (OMS, 2021).
5. Factores biológicos y genéticos: La evidencia científica sugiere que existe una predisposición genética al suicidio, especialmente en personas con antecedentes familiares de trastornos del estado de ánimo o conductas suicidas. También se han identificado alteraciones en neurotransmisores como la serotonina, relacionada con la regulación del estado de ánimo, el control de impulsos y la toma de decisiones (Oquendo & Mann, 2018).
6. Acceso a medios letales: La disponibilidad de métodos letales, como armas de fuego o pesticidas, incrementa el riesgo de suicidio, especialmente en momentos de crisis impulsiva. La restricción del acceso a estos medios ha demostrado ser una de las estrategias más eficaces en la prevención del suicidio (OMS, 2021).
7. Eventos traumáticos y antecedentes de abuso. Las personas que han sufrido experiencias altamente estresantes como vivir abuso sexual, físico o emocional durante la infancia o adolescencia, así como aquellas expuestas a eventos traumáticos como guerras, migraciones forzadas o desastres naturales, presentan una mayor vulnerabilidad. Estas experiencias afectan la salud mental a largo plazo y pueden generar un deterioro en la percepción del valor de la vida y la autoestima (Turecki et al., 2019).
8. Sexo . En los países occidentales, el suicidio consumado es más frecuente en los hombres en todos los grupos de edad. Por el contrario, la tasa de intentos de suicidio es mayor en mujeres que en hombres.
9. Edad. La evidencia sugiere que a mayor edad aumenta el riesgo de suicidio consumado, pero los jóvenes y adolescentes constituyen un grupo de riesgo importante.
Por otro lado, no se debe minimizar las señales de alerta, estas son los comportamientos que indican un riesgo inmediato de suicidios como: amenazas de dañarse, decir frases con deseos de morir o de acabar con su vida, sentimientos de desesperanza, tristeza profunda, ver el futuro sin esperanza, cambios drásticos de humor, estar irritables, tener desinterés por lo que antes le gustaba, alteración del sueño, alteración en sus hábitos de alimentación, bajar su rendimiento, aislamiento o dejar de interactuar con personas, aumento en el consumo de sustancias.
Si notan algún comportamiento extraño, si han sentido rara a la persona, la forma de saber si está en riesgo de presentar una conducta suicida es preguntar directamente, ¿has estado tan triste que has pensado en morirte? ó, ¿has pensado hacerte daño, con la intención de morir?, las preguntas, nos abren un número infinito de posibilidades de poder hablar del tema, entender la situación y ayudar al otro a disminuir su dolor, compartir hace que el problema sea menos pesado y que sea catártico.
Se requiere validar el dolor del otro, reconocer que está sufriendo, escuchar con apertura y respeto, sin juzgar, no dando consejos, sin comentarios que traten de manipular o distraer a la persona, dejando que hable y se desahogue. El objetivo de la plática debe centrarse en averiguar si existe riesgo de suicido alto o una señal de alarma importante y encaminarlo a un profesional de la salud, me gustaría recalcar que debe ser un psiquiatra el que haga la valoración correspondiente, él cuenta con la preparación para atender y valorar de mejor manera los factores de riesgo.
Es muy importante que quede muy claro que, frente a una situación de alto riesgo, tiene que haber una atención inmediata, por lo que en las guías de intervención que existen, indican ir inmediatamente a un hospital con atención psiquiátrica o en su caso al área de urgencias e informar al círculo cercano.
Así como hay riesgos y señales, también existen los factores de protección que son los que ayudan a disminuir la probabilidad de que una persona lleve a cabo una conducta suicida, algunos de ellos son:
• Promover las habilidades de afrontamiento y solución de problemas
• Fomentar las conexiones sociales
• Trabajar en la autoestima
• Resiliencia
• Manejo de las emociones
• Esperanza y optimismo frente al futuro
• Redes de apoyo
• Practicar el autocuidado para reconocer las señales de advertencia
La identificación de los factores de riesgo nos va a permitir establecer estrategias de detección temprana, mientras que el fortalecimiento de los factores de protección serán una herramienta para la prevención del suicidio.
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