POR: THELMA MORALES GARCÍA
Cuando estudiaba en la Facultad de Ciencias Políticas, tuve maestros magníficos que hicieron que aprendiera el pensamiento de grandes ideólogos de la historia. Recuerdo que cursaba el cuarto semestre y se incorporó al cuerpo académico el maestro Javier Arzuaga, quien nos daba Filosofía de la Ciencia, ahí leí la obra de “El Príncipe” de Nicolás Maquiavelo, por supuesto que con la óptica en la línea del estudio del poder político que realizó en su tiempo el autor y que de lo leído entonces, lo que más recuerdo es la frase “es mejor ser temido que amado”, porque el Príncipe debe de inspirar temor, ya que el amor puede romperse en cualquier momento, en cambio el temor prevalece por más tiempo.
Siempre tenemos presentes las enseñanzas de Maquiavelo que han prevalecido hasta nuestros días, recientemente recibí el libro “Maquiavelo, cronista de su tiempo” del escritor Francisco Javier Estrada, quien inicia citando “El epistolario 1512-1527”, que tiene que ver con la correspondencia personal y oficial que muestra parte de su vida íntima y el contexto histórico de su tiempo: la Italia del siglo XVI.
Nos dice el autor: “Difícil es entender en el mundo de la escritura que el escritor es un cronista por excelencia antes que otra cosa, entre lo que hemos de denominar ciencia de la política. Transita con enseñanza didáctica superior de cuáles son los caminos para alcanzar el poder político y, como la vida y experiencias que tiene en la misma, enseñan a Maquiavelo a comprender como nadie, lo que es la política y cuáles son muchas de sus reglas irrompibles para quien las practica alcanzando el poder político o cuidándolo con esmero y perspicacia muy pocas veces vista.”
Algunos estudiosos definen a la crónica como la narración de acontecimientos, en el orden en que se desarrollan, además se caracteriza por transmitir, no sólo información, sino las impresiones del cronista, por lo que más que retratar la realidad, se recrea la atmósfera en que se produce el suceso; por ello el autor nos dice: “Para Maquiavelo el estudio que realiza en un centenar de páginas es prueba que el poder político se puede investigar, viendo el comportamiento de quienes tienen el poder a lo largo de media Italia con sus poderosos centros económicos, sociales y culturales. Revisando comportamientos, utilización de recursos económicos, sociales, culturales y centrándolos no en la dispersión, sino en el tema de la política, que por aquél entonces tenía una larga historia del pensamiento y la praxis política ya estudiada y creada por muchos.”
Estrada reflexiona sobre la actualidad que nos ofrece la obra de El Príncipe: “Las grandes enseñanzas que nos da en su magna obra Nicolás Maquiavelo no sólo no fenece al paso del tiempo, sino que ayuda a comprender lo que ha de suceder… Las lecciones de dicho libro en un poco más de cien páginas… parecen infinitas. A la luz y con ojos de cronista si es posible individuar, paso a paso lo que vivió el hombre que hizo de la política su modus vivendi.”
Otra de las lecciones que Estrada señala a la obra de Maquiavelo, es precisamente la Crónica de la vida política de su tiempo. “Nicolás Maquiavelo, ha de tomar el camino de la crónica, como materia del científico de laboratorio que tiene por territorio a la sociedad de su tiempo y, como lo dice en su mensaje al excelentísimo Lorenzo de Medici. Su dedicación fue en la práctica al peor territorio de estudio que se puede elegir: el de la política que acostumbra a señalarse como el pantano del que muy raros ciudadanos o ciudadanas salen limpios.”
Editado por Crónica Comunitaria, este libro se presentará el 23 de noviembre a las 17:00 horas en La Taberna, por el maestro Rogelio Tinoco, quien también fue académico en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma del Estado de México.
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