
POR: THELMA MORALES GARCÍA
El 23 de abril se celebra el Día mundial del libro y del derecho de autor, fecha que se instituyó con motivo del aniversario luctuoso de grandes escritores de la literatura universal: William Shakespeare y Miguel de Cervantes Saavedra. Por ello la Conferencia General de la UNESCO, eligió esta fecha para rendir homenaje mundial al libro y sus autores. La idea de esta celebración surgió a raíz de que en Cataluña, España; tradicionalmente en este día, se regala una rosa al comprador de un libro. Ello nos hace reflexionar sobre la importancia que ha tenido la letra impresa a lo largo de los siglos.
Hoy en día se ha beneficiado a los libros con la creación de círculos de lectura, donde encontramos a personas que aman profundamente leer y estos círculos les permiten tener un espacio para la reflexión y el intercambio de ideas de sus lecturas. Existen muchos grupos con interés por la lectura, también salas de lectura distribuidas en toda la entidad y la red de bibliotecas que son fundamentales para fomentar el amor por los libros.
Las instituciones hacen esfuerzos para que la gente lea, a través de Ferias del Libro, así como presentaciones de libros y sus autores, conferencias sobre el tema, exposiciones del libro arte-objeto, cuenta cuentos, talleres de encuadernación de libros, entre otras. Con ello se pretende difundir la lectura, fomentar el aprendizaje y conocimiento a través de los libros.
De Miguel de Cervantes, conocemos su obra más famosa “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”, esta novela que ha fascinado por siglos a los lectores de todo el mundo. La imagen de un caballero andante, de figura alargada y esquelética como la de su caballo, acompañado por su inseparable compañero y fiel escudero Sancho Panza montado en un asno.
También me gusta “Novela de la Gitanilla” (1613), editada por Clásicos de la Literatura Universal, Altaya, Barcelona, 1995. Donde recuerdo una frase que me gusta mucho “Nunca los celos, a lo que imagino –dijo Preciosa-, dejan el entendimiento libre para que pueda juzgar las cosas como ellas son: siempre miran los celosos con antojos de allende (anteojos para ver de lejos, de aumento), que hacen las cosas pequeñas, grandes; los enanos, gigantes, y las sospechas, verdades.”
Sin lectores no habría libros, ni educación. “¡De qué me acusan!”, nos dice Sor Juana Inés de la Cruz, en su famosa Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, “si lo único que he querido es saber la verdad de las cosas, y para ello solamente he tenido la pasión por la lectura. Estudiar y más estudiar,” diría parafraseándola.
Recomendaría el libro de Moisés Ladrón de Guevara, propuesta que debemos reconocer en su belleza literaria y en su pasión pedagógica por La Lectura, que así se titula dicho texto.Libro de los hechos, de los temas y de la comprensión y del camino anchuroso que deja la huella en el lector.
Dice Ladrón de Guevara: “En nuestros días, la importancia de la comunicación escrita es equiparable a la de la comunicación oral por su compleja estructura y su potencial ilimitado; sin embargo, la trascendencia de la palabra escrita es única por su capacidad de registro, su permanencia y sus posibilidades de difusión universal. La lectura tiene un papel trascendental en nuestra vida cotidiana, por lo que resulta ineludible plantear la urgencia de un análisis más profundo del que hasta ahora se ha realizado. Los trabajos dedicados al estudio del aprendizaje de la lectura se abocan con frecuencia a la alfabetización, no obstante, los análisis sobre las etapas subsiguientes del proceso de la lectura son escasos y se encuentran dispersos.”
Hoy sabemos que la lectura ocupa un lugar primordial en los estudios del hombre moderno, por lo mismo este tema es esencial para alcanzar los hechos que forman una nueva personalidad: así se hizo Sor Juana Inés de la Cruz, también se hicieron antes Maquiavelo y Descartes, al paso del tiempo también se hicieron Voltaire, Rousseau, Montesquieu, Hegel, Kant y Marx.
El Lector, ese personaje que es notorio en cualquier reunión, en cualquier aula escolar. Ese que sabe de muchas cosas y no solamente de una. El lector que se hunde en el mar profundo de la mar, de ese mar que es la biblioteca universal que tanto amó Borges y Alfonso Reyes.
Por eso el lector es importante actor de la verdadera educación: sin él, no hay pedagogía que valga.
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