
Por: Rodolfo Munguía Álvarez
¿A usted no le ha pasado, fraterno lector, pensar que si hubiera nacido en otra tierra, dentro de una familia muy rica y en otro contexto, su vida hubiera sido mejor? Este pensamiento es muy común, principalmente en la juventud, cuando cuestionamos nuestro lugar en el mundo. Después llega la edad adulta y ese pensamiento desaparece del día a día, para volverse una constante recurrente cuando las cosas nos salen mal o, cuando cumplimos una década más de vida (a los 30, 40 ó 60 años, por ejemplo), fechas en las que solemos voltear a ver el camino recorrido. En realidad esto no debe preocuparnos y para consuelo, solo vea la triste vida que llevan grandes celebridades del mundo o, la realeza en The Crown (disponible en Netflix), para darse cuenta que en la vida real, lo verdaderamente importante no es la tierra en donde nacimos, ni la riqueza, ni el contexto, sino cómo vivimos la vida, cómo enfrentamos los problemas que se nos presentan y qué aportamos al mundo, porque créame, al final, el amor que nos llevamos es igual al amor que hicimos (un libro de regalo al primero que me diga de dónde saqué esa frase ―y Rodi, tú no puedes participar―). Regresando al punto, el tema de “el éxito o el fracaso”, el contexto y las oportunidades que tenemos, ha rondado en la literatura a lo largo de la historia. Ya en la biblia encontramos a los hijos de Adán y Eva, mejor conocidos como Caín y Abel, hermanos quienes, a pesar de haber nacido en la misma tierra “el Edén”, (que hasta donde tengo entendido se encuentra en el territorio de lo que hoy conocemos como “Tabasco”), encontraron la forma de pasar a la historia por protagonizar el primer magnicidio de la humanidad, cuando Caín mató a su carnal Abel ¡y por celos! Y todo se originó porque los dos se dedicaban a labores distintas y, por tanto, su ofrenda a Dios tenía sus diferencias. También encontramos la exitosísima novela del británico Jeffrey Archer, titulada: Kane y Abel publicada en 1979, cuyos protagonistas nacen el mismo día, del mismo año, pero en contextos completamente diferentes, mientras que William Kane nace en una familia muy rica y en Estados Unidos (en dónde más, si no), Abel Rosnovski nació en el seno familiar de unos campesinos muy pobres en Polonia (ahí sí había otras opciones, pero Archer eligió “Polonia” y, ni hablar). La novela nos lleva por un magnífico recorrido por todas las vicisitudes que tuvieron que pasar en la búsqueda del “éxito”, según la definición de cada uno, entrelazando la historia de ambos con la Historia de la humanidad desde 1907. Si a usted le gustan las novelas, ésta seguramente la podrá encontrar en la casa de sus abuelos, la de sus tíos mayores, en librerías de viejo o, también en una edición nuevecita y de paquete en librerías establecidas como Gandhi o gandhi.com. Lo importante es que si la lee, lo invito a detectar algunas metáforas de vida sobre el éxito y la forma en cómo creemos lo podemos alcanzar. Si usted ya la conoce, platíqueme con Apertura Intelectual qué le pareció en mi correo electrónico: lector.frecuente@gmail.com. También lo invito a seguirme en mi cuenta de Twitter como @GloopDr y, por último, si tiene la respuesta a la pregunta, por favor aunque no sea el primero, compártamela en los comentarios de esta columna, en la plataforma de aperturaintelectual.com. Los dejo, porque tengo mucho que planchar.
¡A votre santé, monsieur!
Te invitamos a que califiques esta información.
The End – de John Y Paul 😉 – del Abbey Road …
Me gustaMe gusta
¡Súper! Es la respuesta correcta, muchas gracias. Por favor mándeme sus datos a lector.frecuente@gmail.com para ponernos de acuerdo sobre el libro. ¡Gracias por participar! Rodolfo
Me gustaMe gusta