
26 DE ABRIL DE 2022 | ¿Recuerdas a los niños perdidos de Sudán del Sur? |
POR: VÍCTOR MANUEL REYES FERRIZ
Hace algunos días tuve la oportunidad de ver nuevamente una película que se estrenó en el 2014 intitulada “The Good lie” (Una buena mentira) que está basada en una historia real bajo la temática de una situación bastante cruda cuando miles de personas deben dejar sus hogares y buscar refugio en cualquier país que les auxilie derivado de la Segunda Guerra Civil de Sudán; por supuesto que no voy a *spoilearles (no existe la palabra realmente) la película, por el contrario, los invito a que puedan verla, eso sí, con un alto grado de sensibilidad porque reitero, las situación por la que ocurre toda esta travesía es trágica; empero, el desarrollo de todo lo que viene después, es para darnos un choque de realidad bastante bueno, y aprovechando que la clasificación es PG-13 les recomiendo poder incluir a sus hijos.
Haciendo a un lado este gran largometraje y tras darle un poco de seguimiento al tema, me encontré con que desafortunadamente la ayuda a todas estas personas, miles, en verdad, poco a poco se fue diluyendo, como cualquier situación en nuestras vidas y lo saco a colación porque desafortunadamente acabamos de rebasar los dos meses de la injustificada invasión rusa a Ucrania y este tema no ha sido la excepción, aunque la cobertura noticiosa continúa, la ayuda humanitaria va disminuyendo lentamente con miras a desaparecer en algún momento y tal vez no logramos dimensionar lo complicado que es para todas aquellas personas que viven en aquel país, lo que sufren, lo que piensan, lo que necesitan pero sobre todo lo incierto que será su futuro.
Intentando amalgamar lo visto en la película con ahora este tema real también, por supuesto que existen grandes diferencias en cuanto al conocimiento de las cosas de la población; por un lado, de aquel país africano podemos asegurar que por sus condiciones económicas y sociales, el contacto tecnológico era nulo, realidad que en Ucrania no pasa, tampoco se presentan situaciones de personas con falta de documentación, o serán los menos, pero algo diametralmente opuesto y que al menos reduce la dificultad es el lenguaje porque si nos situamos en el momento en que detona esta Guerra Civil, en el lejano 1983 podremos percatarnos que el mundo ha cambiado radicalmente, ahora podemos aprender cualquier idioma simplemente visitando internet, y si no lo aprendemos, contamos con alguna aplicación en el celular para traducir lo que alguien nos diga, pero si a esto le agregamos que hace casi 40 años de que esto sucedió y el cambio que se ha presentado, un punto clave que es que en aquel sitio estaban establecidas familias de tribus, la complejidad aumenta exponencialmente.
La historia de todos estos “Niños perdidos de Sudán del Sur” se origina cuando alrededor de 20,000 menores pertenecientes a las tribus Dinka y Nuer tuvieron que literalmente escapar de los ataques de los soldados del Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán (ELPS) que pertenecían al SPLA (por sus siglas en inglés), Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán, quienes arrasaron con cualquier sociedad establecida en el territorio con la finalidad de imponer un régimen militar. Este acto beligerante ha sido uno de los más sangrientos y extensos ya que finalizó hasta el 2005, pero debemos añadirle su primera fase que inició en 1955 y culminó en 1972; es decir, durante las últimas casi siete décadas, nuestros hermanos de Sudán del Sur solamente han tenido paz 26 años y probablemente a alguien le suceda lo mismo que a su servidor al intentar ubicar a este país dentro del continente africano que pensaba que se encontraba en los confines, pues no, está enclavado en la parte central del continente negro, totalmente “cercano” (sin colindancia por supuesto) al Mar Rojo y a Arabia Saudita y hacia el norte igualmente cercano a Egipto, por lo que no debemos pensar que su condición geográfica es por lo que se suscitó este tipo de acontecimientos.
Si bien es cierto que una inmensa cantidad de países africanos han sufrido eternas dictaduras militares, las cuales, son el problema principal del retraso económico, también es cierto que muchos de los jerarcas que se sientan en las mesas de la ONU, tienen sus propias agendas e intereses en mantener las cosas de esta manera y esto no es que haya descubierto el hilo negro ni mucho menos, a través de la historia lo hemos podido corroborar, solo es cosa de poner atención en cuántos países “ayudan” a movimientos subversivos para instalar un “nuevo” gobierno y son desde financiados hasta armados por las grandes potencias, empero, como dice la Nana Goya, “esa, es otra historia”; lo que sí pertenece a esta, nuestra historia el día de hoy, es saber, conocer y reconocer a aquellas personas que pertenecieron a estos niños refugiados que lograron superar las adversidades y que ahora juegan un papel fundamental en la difusión de este tipo de historias pero también en buscarles una oportunidad como ellos la tuvieron.
En este tenor, contamos con la historia de Ger Duany, quien nació en Akobo, Sudán del Sur en 1978, hijo de Thabac Duany Wunbiel y su madre Nyathak Muon Weng, desde muy pequeño (6 años) tuvo conocimiento de la guerra y fue forzado a fungir como “niño soldado” a la edad de trece años para posteriormente refugiarse en Etiopía y Kenia. Después de tres años como refugiado en el continente africano, pudo llegar a los Estados Unidos de América a la edad de 16 años y el programa oficial para la incorporación de personas refugiadas entre la ACNUR y el gobierno federal norteamericano incluía a agencias privadas de colocación de empleos con base en sus aptitudes; empero, debido a que por aquellos años el conocimiento y comunicación entre las diferentes dependencias del propio gobierno estadounidense y sus embajadas y consulados no era precisamente fluido, cuando comienza a dárseles oportunidad de vivir en el país de las barras y las estrellas específicamente a personas provenientes de África, comienzan a percatarse que la percepción de la realidad entre las dos sociedades es completamente distinta, al grado, que como bien lo representa el filme antes mencionado, existían personas que no conocían las calles, vehículos e incluso el teléfono.
Quiero hacer una pausa en este punto específico con la finalidad de reflexionar un poco y darle el sustento necesario a lo comentado al inicio de esta colaboración respecto a lo bueno que puede ser disfrutar de esta película en familia. Resulta por demás sorprendente imaginar que en pleno siglo XXI existan personas que no conozcan un teléfono, bueno, en primer lugar situémonos hace 40 años y podríamos pensar que “alguien” podría desconocerlo aún, pero este razonamiento lo tenemos porque afortunadamente y gracias a la simple geografía pudimos nacer en algún lugar con un poco de mayor avance, pero por supuesto que existen todavía en todo el mundo, lugares sin acceso a muchas cosas que damos por sentado para nuestro día a día, de hecho, podría resultar un poco “ególatra” el hecho de que organismos internacionales han definido como derechos humanos el acceso a las tecnologías cuando todavía hay personas que no tienen garantizado el acceso al agua, ya no nos vayamos más lejos, el derecho a la protección de su vida, solo por pertenecer al clan contrario que rige en un determinado territorio y que todavía existen disputas mortales entre poblaciones indígenas. De tal suerte que mi comentario respecto a esta película es poder percatarnos de todo, absolutamente todo lo bueno que tenemos en nuestra vida, porque no solo son palabras añejas, por supuesto que existen personas que desearían tener un mínimo de lo que tenemos.
Retomando a nuestros niños perdidos de Sudán del Sur y especialmente a Ger Duany, en el año 2004 tuvo su incursión en el mundo de la farándula, pero no en cualquiera, en Hollywood, cuando participó en la cinta “I heart Huckabees” en el papel de Stephen Nimiere compartiendo actuaciones con grandes actores como Jude Law, Mark Wahlberg, o nada menos que Dustin Hoffman, y así pasaron algunos años sin actividad para que nuevamente desde 2011 realizara trabajos tanto en televisión como en cine donde actualmente cuenta con 3 y 6 apariciones respectivamente y específicamente en la película que nos trae a este tema interpretó a un chico de nombre Jeremiah que consigue superarse al trabajar honradamente y sin perder el mayor valor que puede tener una persona (en mi punto de vista) que es el ser humano.
Un año después de estrenada esta película, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), publicó en su sitio de México, la historia de este ahora adulto, quien sin olvidar lo que el organismo lo ayudó, ahora se convirtió en su colaborador a fin de sensibilizar al mundo entero sobre lo trágico que es una guerra; así que desde esta pequeña trinchera intento aportar algo para hacer eco, recordarles que nuestro mundo sigue en guerra, pero no solo en Ucrania por desgracia sino en muchos países (Afganistán, Irán, Etiopía, Haití, Myanmar, y el histórico conflicto entre Israel y Palestina) por lo que cada minuto, familias enteras se encuentran en búsqueda no solo de un lugar seguro sino también de alimento, ropa y paz mental. Hagamos conciencia todos.
DATO CULTURAL.
Un día como hoy en 570 nacía en La, Meca, Arabia Saudita, uno de los líderes políticos y religiosos más importantes de la historia, Abu’I-asim Mohammed ibn Abd Allah, mejor conocido como Mahoma (en estricto sentido mal llamado, porque debe ser Muhammad), quien desde su infancia tuvo conocimiento de las entonces dos grandes religiones monoteístas, el cristianismo y judaísmo que habitaban en su ciudad natal. A partir de sus 40 años comenzó a retirarse al desierto y permanecer durante varios días, en alguna de estas ocasiones recibió la revelación de Dios (Alá) y se convirtió en predicador continuando las profecías de Abraham, Moisés y el propio Jesucristo. Fundó el islam y se convirtió en el predicador de la segunda religión más practicada en la actualidad; en 1970, en todo el mundo, comienza a celebrarse el “Día Mundial de la Propiedad Intelectual” que fue instaurado de manera conjunta entre la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), con la finalidad de divulgar y promover el respeto a la creatividad de artistas, autores, creadores, inventores sobre la propiedad de sus obras, dando lugar a una sociedad culturalmente diversa; en 1986, en Prípiat, Ucrania, se presenta el accidente nuclear más grave de todos los tiempos, la explosión del reactor número 4 de la central nuclear “Vladímir Ilich Lenin”, mundialmente conocido como la explosión de Chernóbyl. La explosión provocó la muerte instantánea de 2 personas y de otras 31 en los siguientes meses; sin embargo, la radioactividad que emitió llegó a países tan alejados como Grecia e Italia por lo que desconoce el número exacto de víctimas hasta el día de hoy. *El accidente nuclear de Fukushima en 2011, también está catalogado como nivel 7 en la Escala Internacional de Accidentes Nucleares.
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