
Por: Rodolfo Munguía Álvarez
¿A usted no le ha pasado, nostálgico lector, notar que solemos portar diferentes máscaras, dependiendo de las personas y las situaciones en las que estamos? A veces portamos una máscara de valentía, otras de inocencia, unas más de protectores y otras tantas de alegría. Existe una anécdota que cuenta que un hombre va al médico para atender su depresión porque según dice: “la vida es dura y cruel”. Argumenta que se siente muy solo en el mundo, lleno de problemas y amenazas, con un futuro vago e incierto. Después de escucharlo con atención, el médico le comenta: “el tratamiento es sencillo, el gran payaso Pagliacci se encuentra esta noche en la ciudad; vaya a verlo y eso lo animará”. El hombre se echa a llorar y le responde: “pero doctor, yo soy Pagliacci”. Se cierra el telón. Y es que en la ópera Pagliacci, de Ruggero Leoncavallo, estrenada en 1892, se cuenta la tragedia de un payaso que, como todos sus colegas, en el escenario tiene que reír para hacer reír, aunque por dentro se esté deshaciendo: “¿Eres acaso un hombre? ¡Ah, ah, ah, ah! Tú eres payaso: viste tu chaqueta, con harina en la cara. La gente paga y te quieren aquí. […] ¡Ríete payaso y todos aplaudirán!”… Si usted gusta ver esta ópera, la puede encontrar en YouTube, protagonizada por Plácido Domingo, en el papel principal del pagliaccio, llamado Canio. La música es extraordinaria y la historia no tiene desperdicio. Si no ubica de qué le hablo, probablemente recordará un comercial de televisión de Coca-Cola, en donde el payaso Canio está interpretando la canción más emblemática de la ópera, “Vesti la giubba”, y un niñito se conmueve al verlo llorar y para consolarlo, se acerca con su Coca-Cola y se la ofrece en el escenario frente a todo el público. Yo tuve la oportunidad de ver un par de veces esta obra hace como diez años, en el Centro Cultural Mexiquense Bicentenario de Texcoco, y quedé fascinado por la música. Finalmente, lo invito a reflexionar como yo, sobre esos cambios de máscara que solemos hacer casi por instinto. Eso no significa que seamos doble-cara, simplemente que como seres humanos tenemos la capacidad de adaptarnos a la o las personas con quienes convivimos y eso implica a veces, tener que ocultar nuestra verdadera situación o sentir. Si usted tiene algún comentario, platíqueme con la Apertura Intelectual qué piensa sobre este tema y espero que tenga la oportunidad de ver algún día esta obra Pagliacci, en vivo. Como siempre, pongo a sus respetables órdenes mi correo electrónico: lector.frecuente@gmail.com y lo invito a seguirme en Twitter como: @GloopDr, sobre todo, si le gusta escribir.
¡A votre santé, monsieur!
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