
Por: Rodolfo Munguía Álvarez
¿A usted no le ha pasado, soberano lector, preguntarse lo que habría sido de su vida, si hubiera nacido en la realeza? No creo que sea un pensamiento muy común, pero seguramente más de uno habría preferido los problemas de un rey o una reina, a los que carga sobre sus hombros como un simple plebeyo, por muy bello que fuera, y viceversa. Evidentemente, sé que en mi país los títulos nobiliarios no tienen validez, pero, tengo la ligera impresión de que en México se nos da muy bien la creación de figuras monárquicas. Durante muchos años, antes de la llegada de los españoles, muchas culturas mesoamericanas tenían una figura muy similar a la de un emperador. Una vez llegada la época colonial, dependíamos de la corona española y, en nuestra etapa independiente, México contó con dos emperadores: Agustín de Iturbide y Maximiliano de Habsburgo. No va usted a creerme, pero esos títulos de emperador, rey o reina serían el sueño guajiro de muchos en nuestra clase política latinoamericana y no sé si esto es por herencia prehispánica o por nuestra ya poca sangre europea: el hecho es que a nuestros presidentes, constitucionalmente electos, siempre los hemos enaltecido y puesto en una burbuja, haciéndoles creer que fueron puestos por el mismísimo dedo de Dios. Pero como sabrán mis fieles lectores, en esta columna no suelo hablar de política, así que solo divagaré sobre el personaje histórico y el papel que le tocó dignamente jugar a la reina Isabel II del Reino Unido quien, según nos dicen, ha sido la monarca británica más longeva de la Historia. Todo lo público que se hace en ese gran país, se hace en nombre de la reina, o por instrucciones de la reina y han pasado de ser un gran imperio con muchos territorios, a una gran familia conformada por muchos estados descendientes. A Isabel II le tocó ver el crecimiento más acelerado que ha tenido la humanidad en su historia, principalmente en avances científicos, tecnológicos y derivados del fenómeno de la globalización. No solo fue un fiel testigo de la Historia, sino una pieza muy importante en ella. Solo a los británicos les corresponde calificar su gestión y evaluar la utilidad de la Corona para sus propias circunstancias. Muchos legos como yo sabemos de ella solo por lo que hemos leído o visto en el cine y la televisión, y eso siempre tendrá algún sesgo normal por las filias y fobias de quien los escribe, produce o presenta. Ahora tocará el turno del rey Carlos III del Reino Unido quien, de no abdicar al trono (después de esperar su turno por más de 70 años, no creo que lo haga), solo por motivos biológicos, sin duda se espera un reinado muy corto para grandes logros, como los de su madre. Si a usted le interesa este tema y es de aquellos como yo que les gusta ver buenas series en alguna plataforma, le recomiendo el documental “The Royal House of Windsor”, que puede complementarla con la serie con “The Crown”, en donde verá reflejada una atractiva una visión aunque limitada, basada en hechos reales y finalmente, la película “El Discurso del Rey”, las tres obras disponibles en Netflix. Finalmente, enfatizar que la humanidad ha perdido a una de sus figuras más representativas, una mujer que logró resaltar y hacer brillar la deteriorada imagen de la monarquía en el mundo, una mujer estadista que llegó al trono de su reino poco después de finalizar la Segunda Guerra Mundial y las deja 70 años después, con la satisfacción de haber entregado su vida al servicio público, no por elección, sino por compromiso con su pueblo. Esta columna se la dedico con mucho cariño a la comunidad británica en México, principalmente a otra gran mujer, mi amiga Tracey Prichard. Le invito a platicarme con Apertura Intelectual qué le aprendió usted a la reina Isabel II y para ello, les dejo mi correo electrónico: lector.frecuente@gmail.com ah, y lo invito a seguirme en Twitter como: @GloopDr, sobre todo, si le gusta escribir.
God save the King!
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Gracias por la recomendación, he visto la serie The Crown, hasta la 2a temporada y realmente me parece una vida interesante pero muy difícil la de Isabel II y más porque ella no la escogió. Buscaré terminar la serie, ver la película y el documental.
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