
Por: Rodolfo Munguía Álvarez
¿A usted no le ha pasado, verbumófilo lector, sentirse incómodo o molesto cuando su interlocutor consecutivamente pronuncia mal alguna palabra? Sabía que no y de hecho, eso habla bien usted y muy mal de mí. Trato de no hacer bizco, pero la verdad, la verdad: me salta cuando alguien tiene una muletilla y más, cuando la dice equivocadamente una y otra vez, o utiliza locuciones erróneas, como: “más sin en cambio”; “el día de hoy” o “por parte de”. También me rechinan los dientes cuando tiene alguno de los siete pecados capitales, como: la ira, el dijistes o el fuistes. Insisto, sé que estoy mal, sé que es un error de mi parte, una inmadurez y por supuesto, yo tampoco hablo bien ni me sé todas las palabras ¡al contrario! Soy como soy, pero trato que no se me note, finalmente el lenguaje es flexible. También, por alguna extraña razón, me gusta revisar el diccionario de vez en cuando, principalmente cuando escucho o leo alguna palabra y desconozco su significado. Esto me lleva a pensar que hay distintas palabras que se ponen de moda, por ejemplo, desde hace algunos años las palabras “resiliencia”, “procrastinar”, o las palabras “demasiado” y “literal”. En muchas ocasiones, sé perfectamente lo que quieren decir, pero utilizan estas palabras de forma equivocada. Definitivamente les entiendo, pero hasta me dan ganas de decirles que esa palabra no se dice con ese sentido ―aunque no lo hago, claro―, ¿quién soy yo para andar molestando a la gente con mis tontas manías? Ahora, siguiendo con el tema, hay un libro que hoy quisiera recomendarles escrito por uno de los estudiosos más comprometidos con el tema de la educación, el liderazgo, la creatividad y la innovación, se trata del libro: “Educación creativa: hacia un nuevo paradigma del aprendizaje”, magistralmente escrito por Héctor Morales Corrales, en donde el autor analiza distintos temas educativos entre los que destacan el lenguaje, la creatividad, la educación, el liderazgo y la evaluación. De hecho, es tan innovador, que propone el uso de un neologismo, es decir, una nueva palabra formada de diez letras: “proficidad” que deriva como acrónimo de las palabras: perseverancia, responsabilidad, originalidad, flexibilidad, imaginación, curiosidad e información, elementos que conforman la raíz de la palabra: “profici”, seguidos del sufijo: “-dad”, que significa “calidad de”. De hecho, su innovación incluye también el Decálogo del proficista para el desarrollo pleno de la creatividad. En verdad, si usted está interesado en temas educativos, o quiere saber más sobre proficidad, este es un libro que tendría que estar entre los diez más importantes de su biblioteca personal. Yo estoy seguro que debemos reconocerle a don Héctor Morales tantos años de estudio para conformar este libro. La Real Academia de la Lengua Española (RAE) acaba de anunciar nuevos cambios al abecedario y al uso de algunas palabras, que hasta donde tengo entendido serán anunciados oficialmente en la FIL de Guadalajara este 2022, y espero que algún día, a raíz de un uso cada vez más generalizado de la palabra proficidad, ésta también sea incluida y utilizada por muchos. Y para terminar, le confieso que la palabra inicial “verbumófilo” también es un neologismo que me inventé para esta columna, y proviene de la raíz latina “verbum” que significa “palabra” y del sufijo “filo” que significa “amante de”. Es decir, significaría algo así como: “amante de la palabra”. Pero si usted conoce alguna otra palabra que tenga un significado similar y me la quiera compartir, le invito a escribirme a lector.frecuente@gmail.com para conocerla y también le invito a seguirme en Twitter como: @GloopDr, sobre todo, si le gusta escribir.
¡A votre santé, monsieur!
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