Por: Susana Dumit Garciarreal
Si algo me ha enseñado la vida desde que llegó mi hijo a este mundo es que a todos nos toca vivir algo que pudiera ser un parteaguas, que te sacude, que es el inicio y el fin de una “era”.
En mi caso, el momento que marcó mi vida fue lo que sucedió en el nacimiento de nuestro primer hijo, porque todo lo que pudo ser no fue de la manera esperada y todo eso conlleva a ilusiones y expectativas que no pasaron y tal vez no pasarán.
Mi niño tiene que poner el triple de esfuerzo en todo, pero nunca se da por vencido en su día a día. Siempre tiene una mirada brillante que me hace ver lo valioso de la vida, una sonrisa que comunica más que cualquier persona y transmite una tranquilidad reparadora. Definitivamente me ha hecho una mejor persona en todo sentido, y estoy segura que ha pasado lo mismo con las personas que toca con esa mirada.
Pero no por esto soy una maestra, una mujer luchona que pueda más que los demás, simplemente es algo que me tocó, porque en esta vida no hay dolómetro, no hay calificaciones o niveles para saber quién tiene una pérdida o un duelo más grande y profundo que otro, cada quien tiene su proceso.
Tal vez el dolor nunca se va a ir, pero es aprender a vivir con eso, salir adelante con todo y la pérdida, la idea es lograr encontrar el sentido a la vida. En mi caso cuando logré hacerlo la perspectiva cambió, porque dejé de buscar respuestas, de enfrascarme en los diagnósticos, de pensar en lo que no podrá ser; empecé a valorar cada pequeño paso, a sentirme bendecida por entender el verdadero significado del amor, dejé de pedir ese milagro esperado porque me di cuenta que mi hijo ya es ese milagro.
La reflexión que quiero lograr y compartir con ustedes es que tenemos que ser más empáticos, nadie sabe lo que realmente está viviendo esa persona que hoy no los saludó, o no les contestó el teléfono o mensaje, no sabemos lo que está viviendo ese niño inquieto que no logra poner atención, porque aunque estemos viviendo la misma herida, en cada cabeza se vive diferente.
“Recuerda que algunas veces los milagros, son personas”
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