ChatGPT y BARD; ¿Acierto o Error?

14 DE FEBRERO DE 2023 ChatGPT y BARD; ¿Acierto o Error?

POR: VÍCTOR MANUEL REYES FERRIZ

Desde que el hombre surgió en este planeta, ha tenido que desarrollar sus mejores y mayores habilidades y cualidades para inventar cuanta cantidad de artefactos, vestimentas, herramientas, armas e incluso pretextos, para conseguir que su vida sea más fácil inmerso siempre en la idea de que es para avanzar, empero, ¿Hasta dónde llegaremos?, ¿Cuál es el límite de nuestra creatividad?, ¿Nuestra moral debe limitarnos?; éstas pueden ser sólo algunas preguntas que debemos hacernos en cuanto a todo lo que se genera día con día y actualmente existen dos herramientas de inteligencia artificial tan fascinantes como escalofriantes que se llaman ChatGPT yBARD

Según información publicada en la edición 3 del 2018 de la revista “El Correo” de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la inteligencia artificial nació como una disciplina de manera oficial en el año de 1956 gracias a un curso de verano impartido por los investigadores John McCarthy, Marvin Minsky, Nathaniel Rochester y Claude Shannon en el Dartmouth College en Estados Unidos y desde aquel momento ha ido evolucionando de tal manera que en retrospectiva, lo que tenemos hoy como esa increíble herramienta de la informática no tiene nada que ver con lo que fue en un principio. Actualmente, gracias al enorme desarrollo, estudios, investigaciones y a la dedicación de miles de personas, podemos visitar alguna lejana ciudad sin salir de casa, pero también tenemos acceso a la información plasmada en libros tan antiguos que ni siquiera conoceríamos la lengua original; sin embargo, estos alcances tecnológicos han permitido abusos, excesos e incluso actos que pueden llegar a tildarse de ilegales sin que exista una verdadera repercusión en quienes los realizan y aquí vendría el primer punto interesante; ¿Qué legislación contempla este tipo de desarrollos y sus alcances?.

En estas semanas los reflectores se encuentran enfocados principalmente en dos plataformas, la primera denominada ChatGPT que pertenece a la empresa OpenAI que tiene como inversionista a la multinacional Microsoft y la segunda es la recientemente lanzada (por así decirlo) BARD que es propiedad de Google, la cual, corre a partir de la plataforma LaMDA que fue presentada en 2021. Ambas Inteligencias Artificiales están desarrolladas para una interacción conversacional, es decir, hoy en día si necesitamos información acudimos a los buscadores y extraemos información de cada página de internet, publicaciones en redes sociales, videos, audios, en fin de cuanta cantidad de sitios que se puedan rastrear en la web; empero, este nuevo modelo de interacción lo que provee es una contraparte de la comunicación a manera totalmente virtual, es como si pudiéramos pedirle a las actuales Siri o Alexa que platicaran con nosotros o fueran nuestras catedráticas por un momento, lo cual, puede sonar sensacional si lo guiamos de la manera correcta, pero la historia de la humanidad nos ha mostrado una y otra vez que todo gran avance ha sido usado en mayor número de ocasiones para dañar.

Existen algunas diferencias entre estas plataformas comenzando porque ChatGPT cuenta con una programación que podríamos tildar de “revisada” ya que según sus propios investigadores, su algoritmo para interactuar está basado en 300 años de historia comprobada y que no se conecta o confluye información de la web con la finalidad de evitar información falsa, lo cual, me parece un punto maravilloso porque la cantidad de mala información o desinformación que existe y circula todos los días es impresionante, sin embargo, un aspecto que puede, o al menos a mi me parece preocupante, es el hecho de que se asegura que esta plataforma tiene la capacidad de discernir gracias al machine learning que se ha trabajado durante años, así que conforme va creciendo supuestamente irá arrojando mejores resultados, pero mi cuestionamiento entra precisamente aquí; bien se dice que una mentira repetida 100 veces se convierte en verdad, de tal suerte que mala información que coincida reiteradamente la convertirá en cierta por lo que el punto de la supervisión humana me seguirá pareciendo imprescindible.

Por cuanto corresponde a la plataforma de BARD, corre bajo un esquema muy diferente, es decir, puedes realizar conversaciones con ésta que recoge el conocimiento proveniente de cualquier buscador de internet, publicaciones en redes sociales o cualquier información disponible en línea, de tal suerte que no pasa por un filtro y, a mi juicio, puede contribuir a la difusión de información falsa.

Únicamente me basé en el rubro del origen de la información por diversas razones; sin embargo, comento dos de ellas. La primera es por que no soy un experto en tecnologías, sistemas informáticos, programación, Inteligencia Artificial o cualquier tema de esta índole y la segunda porque me parece más importante tocar el asunto tanto de qué información podemos recoger de estos sistemas así como los límites tanto morales como legales y por lo que se puede vislumbrar, hasta el día de hoy, no existe normatividad en ningún país sobre este tipo de inteligencias, sus alcances, su validez, es más, su existencia y si somos totalmente honestos, la problemática a la que nos enfrentaremos es gracias a la enorme pérdida de la moral que como sociedad tenemos y lo pondré a manera de ejemplo para intentar darme a entender. A estas tecnologías se les puede pedir que te “cuenten” o “resuman” o “expliquen” un libro y entonces si en alguna escuela a los alumnos les exigen que lean “X” título, pueden llegar con la mayor facilidad a pedirlo en estas plataformas, ajustar la cantidad de palabras y jugar con la configuración en general y voilà, tienes tu obligación más que lista sin hacer el más mínimo esfuerzo.

Estas plataformas están colaborando a la pasividad de pensamiento de las personas en lugar de fomentar la investigación, cuando tienes todo a tu alcance te conformas con lo primero que encuentras es decir, de cualquier suceso debemos buscar información de fuentes que, en principio, sean opuestas para poder vislumbrar la postura de cada uno y después, con base en toda la demás información disponible hacer la confronta requerida para que podemos generar un criterio, de tal suerte que poniendo estas herramientas al alcance de personas que se encuentran en ese proceso de forjarse un criterio, o bien, de aquellas que nunca quisieron crear ese hábito, el resultado es totalmente opuesto al origen que les vio nacer; por otro lado, en cuanto a la “información”, si éstas inteligencias son programadas para sacar “estadísticas” lo que arrojen no tendrá ese proceso de validación sino únicamente será el conocimiento popular y mayormente difundido el que prevalezca por lo tanto, tendremos una herramienta más que fomente el desconocimiento.

Un ejemplo claro de fracaso en cuanto a la AI nos referimos, es la entonces denominada “Tay”, una chatbot de Microsoft incrustada sobre la plataforma de Twitter que estaba programada para mantener conversaciones “divertidas” con un público que oscilaba entre los 18 y 24 años; empero, más tardó en intentar aprender a relacionarse que lo que estuvo activa ya que, en muy pocas horas comenzó a arrojar comentarios racistas y xenófobos tocando temas bastante delicados como el Holocausto y su simpatía por Adolf Hitler, o bien su total desaprobación por el feminismo, por lo tanto se tomó la decisión de retirarla; sin embargo, el entonces jefe de área de investigación de la multinacional Microsoft se pronunció, a mi parecer, de una manera totalmente incorrecta, al echarle la culpa a los usuarios al sugerir que ellos abusaron de las capacidades de Tay para orillar a respuestas inapropiadas. Basándome en este ejemplo, aunque esto sucedió en el 2016, podría pensar que cualquier prototipo, plataforma o estructura programática que exista, en algún momento tendrá ese “lapsus brutus” ya que el proceso de razonamiento se encuentra sumergido en una base de datos que no provee emoción alguna y esa pequeña/gran diferencia es la que nos hace humanos, es la que interviene en momentos donde se tocan temas sensibles y se debe mantener la armonía por lo tanto, podemos avanzar muchísimo en temas tecnológicos pero la esencia humana jamás será suplantada.

DATO CULTURAL.

Un día como hoy en 1895, en Londres, Inglaterra, se estrena en el “St. James´s Theatre” la última obra escrita por el cuentista, dramaturgo y poeta británico (irlandés) Oscar Fingal O’Flahertie Wills Wilde intitulada “The importance of being Earnest, A trivial comedy for serious people” (La importancia de llamarse Ernesto) que está considerada como uno de sus mejores trabajos; en 1991, en Washington D.C., Estados Unidos, en la sede de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), perteneciente al Banco Mundial, la República Parlamentaria de Bügd Nairamdach Mongol Ard Uls. (Mongolia) es aceptada como Estado Miembro; en 2005, en San Diego, Estados Unidos, tres jóvenes entonces trabajadores de la empresa PayPal de nombres Chad Hurley, Steve Chen y Jawed Karim, activan el dominio YOUTUBE.COM; sin embargo, el primer video fue cargado hasta el 23 de abril bajo el título “Me at the zoo” y a tan solo un año de fundar la empresa, fue vendida a Google por 1,650 millones de dólares.

Espero tus comentarios en el correo vmrf@aperturaintelectual.com y recuerda que en este espacio, las críticas no son bienvenidas, SON NECESARIAS.

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