
POR: THELMA MORALES GARCÍA
“Toluca” de José Vasconcelos (1882-1959) es un ensayo muy interesante, porque forma parte de uno de los libros más importantes de Vasconcelos “Ulises criollo” y en estas páginas nos retrata una Toluca de principios del siglo XX.
La vida de Toluca en ese entonces era de gran devoción, pues la gran mayoría de la gente asistía regularmente a los oficios de la Iglesia católica, como lo recuerda José Vasconcelos en los dos años que vivió con su familia en la ciudad entre 1896 a 1897. Gracias a estos recuerdos plasmados en su Ulises criollo, podemos reconstruir cómo se veía nuestra ciudad en esos tiempos.
“Hermosas casas con patio, en cuadro, y balcones decorados con macetas. Por las mañanas una luz ofuscante llenaba la soledad de las calles y la perspectiva desierta llenaba la soledad de las montañas próximas revestidas de pinares. Un gran número de indios vestidos de azul y blanco… pasaban temprano rumbo al mercado.”
Es muy claro que la gente de todas las clases sociales, era muy religiosa, “Los criollos salían también a misa, pero luego se encerraban tras sus vidrieras. Únicamente los domingos a mediodía asomaban por los portales muy bien vestidos para dar vueltas al son de la banda militar. Sobresalían algunos terratenientes que frecuentaban la capital, pero ni conocen ni saludan al vecino. Familias de empleados se mezclaban con ellos en el paseo, sin que se entable la más mínima relación. La misma distancia separa a la clase media del indio que circula por el arroyo. Castas bien definidas hay en ese entonces.”
Pero llama la atención cuando se refiere al comportamiento de los habitantes de Toluca: “Población inhospitalaria, ni aldea ni metrópoli, pero con los defectos de ambas. Los indios no saludaban por timidez, y los propietarios en coche no saludaban por arrogancia. Entre ambos, una clase media desconfiada, reservada, silenciosa, empobrecida.”
Para Vasconcelos entonces de 14 años, este recuerdo le impactó de sobremanera, pues acostumbrado a socializar en las escuelas a las que asistió en Estados Unidos, donde todos se trataban igual sin importar la clase, definitivamente encontrar un lugar con las características de la Toluca conservadora y porfiriana, a la que seguramente nunca se acostumbró.
Sólo recuerda el día de la fiesta de la virgen de Guadalupe; “donde las avenidas antes silenciosas y casi desiertas, comenzaron a llenarse de peregrinos de diferentes distritos. Todas las iglesias ornamentadas para la ocasión. Tenían todas, fragancias como de camelias o de jazmines, azaleas y azucenas.”
Recordar a esa Toluca, nos lleva a reflexionar cuánto ha cambiado su sociedad y el rostro mismo de la ciudad en casi 100 años, empezando por la destrucción de muchas de las antiguas casas, pero sin duda sobrevivieron algunas de las costumbres retratadas por José Vasconcelos y que hoy recordamos en este texto.
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