La sabia de los hongos

POR: THELMA MORALES GARCÍA

Mi primer encuentro relacionado a las creencias indígenas sobre las curaciones con diversas plantas medicinales, fue gracias a mi nana que provenía del municipio de Joquicingo, Estado de México; era muy común que nos curara de espanto a mis hermanos y a mí, o con tés medicinales para el empacho, dolor de estómago, para la tos o gripe. Por ello, desde niña no me eran ajenos los nombres como el epazote, gordolobo, hierbabuena, eucalipto, cedrón, estafiate, entre otros.

La riqueza cultural que todavía conservan muchas de nuestras etnias a lo largo y ancho del país, han sido recopilados en diversas publicaciones, que han permitido preservar gran parte de la información de nuestros antepasados. Hoy se han vuelto los ojos nuevamente a los alimentos orgánicos y también a la medicina tradicional, motivados seguramente por tantas enfermedades provocadas en la mayoría de las veces por alimentarnos de manera inapropiada.

Por eso es importante enterarnos de muchas de las curanderas que han logrado traer del pasado muchos de los conocimientos adquiridos de padres a hijos. Uno de los casos más famosos de nuestra historia reciente, es sin duda alguna María Sabina, conocida como la sabia de los hongos y que hoy es un referente para todos quienes estudian la medicina tradicional mexicana.

María Sabina nació en Huautla de Jiménez en el estado de Oaxaca en 1894 y se convirtió en curandera, según el libro escrito por Álvaro Estrada “Vida de María Sabina la sabia de los hongos”, tanto su abuelo como bisabuelo habían sido notables chamanes, así es que desde su infancia aprendió cantos y versos que después utilizaría en las veladas que realizaba.

Su relación con las autoridades religiosas siempre fue buena como lo confirmó en 1970 el sacerdote católico Antonio Reyes: “(María Sabina) es una persona humilde, por lo que me consta, y a nadie le hace daño… Los sabios y los curanderos no hacen competencia con nuestra religión, ni siquiera los hechiceros. Todos ellos son muy religiosos y vienen a misa.”

Para el pensamiento occidental lo que realizan los curanderos o chamanes puede ser solo superstición, sin embargo el pensamiento mágico-religioso proviene desde los antiguos mexicanos, quienes a través de los mitos cosmogónicos y de creación entendían el origen y casualidad de muchos fenómenos que no tenían explicación racional.

Los dioses creadores de los indígenas eran cuatro hermanos que a su vez fueron creados por la deidad suprema Ometecuhtli-Omecíhuatl, los cuatro eran poderosos hechiceros: Tezcatlipoca Negro, Tezcatlipoca Rojo, Quetzalcóatl y Huitzilopochtli, ellos fueron los creadores del universo, del cielo, de la tierra, de las aguas y del fuego.

Para quienes quieran saber un poco más de este tema, este libro es un referente y una perspectiva de la mujer sanadora-chamana de la Medicina Tradicional Mexicana quien decía: “el hongo sagrado me toma de la mano y me lleva al mundo donde se sabe todo”.

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