Flor de juegos antiguos

POR: THELMA MORALES GARCÍA

Agustín Yáñez (1904-1980), es considerado uno de los más grandes expositores de la novela mexicana posrevolucionaria, también es recordado por su obra “Al filo del agua” escrita en 1947, considerada una de las mejores novelas del siglo XX sobre el tema de la revolución, pero pocos conocen el libro que escribió sobre los recuerdos de su infancia, por lo que me gustaría compartirles algunas de las anécdotas que nos narra en “Flor de juegos antiguos”.

Del título se dice que fue elegido por Yáñez, gracias a la fascinación por el nombre que le puso el filólogo español Ramón Menéndez Pidal, a su Flor nueva de romances viejos escrita en 1933, por lo que nuestro autor consideró llamar a uno de sus primeros libros Flor de juegos antiguos; cabe destacar que en griego recolección de flores se le dice antología, así es que el título nos dice que es una antología de recuerdos de infancia.

Muchos libros que se escribieron en esa época hablaban de las experiencias que les dejó la revolución, pero Agustín Yáñez apenas y menciona el tema sobre lo que vivió en ese tiempo cuando era niño y sólo nos transmite la falta de alimentos que había en esos días: “me tocó un traguito de caldo, cinco frijoles y un cuarto –menguante– de tortilla. Eran días de revolución y no había qué comer.”

Uno disfruta leyendo este libro, pues su lenguaje es sencillo como el de los niños, utiliza palabras que hoy están en desuso o algunas que no son comunes escuchar en la actualidad. Por ejemplo una que llamó enormemente mi atención fue Bebeleche: es el nombre que se le da al dibujo de un avión con diez espacios que se hacía en el suelo con gis, había que ir saltando con uno o dos pies sin pisar rayas y recorriendo el objeto con una bola de papel periódico mojado.

Cuando yo era niña simplemente se le conocía a este juego como “avión”, en Argentina se le llama rayuela, aunque en México ese término se le da a otro juego que no es más que una raya que se marca en el piso para que sea el límite y en el fondo se coloca un ladrillo con un orificio y se avientan monedas, quien gana este juego es aquél que logra meter su moneda y levantar las monedas que no lograron entrar.

Otra palabra es Licando que es un mexicanismo que se utiliza para decir te estoy viendo. Tampoco había escuchado la canícula, que se refiere a una época muy calurosa del año, como el mes de agosto y Agustín la describe como días en los que se pueden comer membrillos, duraznos, granadas, sandías, días llenos de nardos y de tardes lluviosas en las que se hacían barquitos de papel y de noches estrelladas.

Algunos de los títulos de cada episodio que recuerda de su niñez, tienen que ver con los títulos de las rondas infantiles que tanto se jugaron en algunas épocas ya muy distantes para los niños de hoy, sin embargo con nostalgia algunos las tenemos muy presentes todavía.

Finalmente hace una despedida que nos causa cierta nostalgia, pues quién no ha querido volver a ser niño. Casi al final de “Flor de juegos antiguos” Agustín Yáñez nos confiesa: “Dejando de sentirme niño, sabía que entre los niños no había de volver. Me ahogaban en pensamiento y el sentimiento de la nubilidad, cuando una tarde, finando julio, cruzábamos frente a Jamay y, poco a poco, internándonos en el río Lerma, yo decía adiós a la laguna, que era decir adiós a mi niñez.”

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Un comentario en “Flor de juegos antiguos

  1. Thelma, me hiciste recordar mi niñez que aunque no tuvimos muchos recursos, siempre disfrutamos en grande todo lo que vivimos. Me hiciste recordar juegos, y todas esas palabras que ahora ya no se escuchan. Gracias

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