
Por: Luis Felipe Aguilar Palafox
Todos sabemos lo que un padre es capaz de hacer por un hijo, todo, pero hay historias que quedan en el tiempo.
Tal es el caso de Dick Hoyt, quien en 1962 vio nacer a su primer hijo, Rick; pero su llegada al mundo fue con el cordón umbilical enrollado en su cuello, situación que impedía que le llegara aire al cerebro y que provocó una severa lesión cerebral.
El primer diagnóstico fue muy negativo, no había esperanzas de que Rick viviera una vida normal e incluso que iba a estar toda su vida en estado vegetativo.
Sin embargo, sus padres nunca se rindieron, dedicaron todos sus esfuerzos en el desarrollo de su hijo a través de terapias y acompañamiento.
La primera esperanza se dio cuando se dieron cuenta que Rick podría seguirlos con la mirada, situación que no es normal en personas en ese estado, eso les motivó a seguir luchando.
Rick empezó a reaccionar a ciertas cosas a la edad de 11 años, y esto motivó a la familia a impulsar el desarrollo de un método de comunicación a través de una computadora utilizando los movimientos de su cabeza con un equipo de científicos de la Universidad de Tuft.
En efecto, hubo resultados positivos y Rick pudo decir sus primeras palabras, ¡Go Bruins! Rick se había vuelto fanático silencioso del equipo de hockey de Boston.
Al tiempo, un colega de Dick tuvo un accidente que lo dejó paralítico, y la suma de estos 2 eventos motivaron a Hoyt a decirle al mundo que no hay imposibles mediante el deporte.
Sucedió algo que nadie hubiera imaginado, en 1977 tanto Dick como Rick corrieron juntos una carrera de 5 millas a beneficencia del amigo del padre.
Pero no quedó ahí, con el espíritu de superación que siempre mostró Rick, su padre decidió entrenarlo para correr la maratón de Boston en 1979.
Y fueron más allá, sumaron más de 1,000 carreras y 247 triatlones, pero lo más impresionante fue haber hecho el Ironman de Hawái en 6 diferentes ocasiones, nadie podía detenerlos.
Lograron hacer un recorrido en bicicleta y corriendo a lo largo de los Estados Unidos en 1992, unas 3,735 millas en 45 días.
Durante los últimos 35 años, Dick, de 72 años, ha empujado y tirado de su hijo por todo el país, pasando por cientos de líneas de meta. Cuando Dick corre, Rick está en una silla de ruedas que Dick va empujando. Cuando Dick va en bicicleta, Rick están en un asiento especial sujeto al frente de la misma. Cuando Dick nada, Rick está en una pequeña pero pesada balsa, estabilizada firmemente, que es empujada por Dick.
Con todo este apoyo y motivación de su padre, Rick logró graduarse de la Universidad de Boston en 1993 con un grado en educación especial.
Rick actualmente es un adulto con casa propia y trabaja en la misma Universidad de Boston, mientras que Dick por su parte se encuentra retirado.
Dan conferencias a lo largo de Estados Unidos y ocasionalmente participan en alguna carrera los fines de semana.
No hay mayor ejemplo de gratitud que las palabras que Rick le dedicó a Dick, “la cosa que más deseo en el mundo es que mi padre se siente en mi silla y que yo lo empuje aunque sea una vez”.
Twitter @aguilarpalafox
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