Por: Susana Dumit Garciarreal
Todas las mamás que tenemos más de un hijo podemos caer en las comparaciones entre uno y otro, pero realmente esas comparaciones hacen mucho daño, tanto a tus hijos como a tí como mamá, porque, aunque sean pequeños que no tienen algún tipo de discapacidad, cada niño es diferente y tiene necesidades únicas.
Las estadísticas nunca me han gustado, y desde que fui mamá por primera vez mi hijo Mario siempre estuvo fuera de ellas, peso, talla, neurodesarrollo, etc.
Cuando estás con amigas y los hijos son más o menos de la misma edad, se hacen comentarios como: mi hijo empezó a comer a tal edad o el mío habló más rápido de lo que empezó a caminar; desde ahí caemos en las comparaciones, en la búsqueda de respuestas que en ocasiones no vamos a encontrar, en querer controlar las cosas que no podemos, y puede venir un desgaste emocional muy grande.
Todos los papás tenemos expectativas, desde que nos confirman que estamos esperando un bebé, pero la vida no siempre resulta ser como la imaginábamos y vienen las pérdidas.
Cuando vives dos realidades tan diferentes como lo es con la discapacidad, es muy fácil caer en comparaciones humanas entre un hijo y otro, pero estoy segura que si aceptamos cada realidad entre nuestros hijos, la forma de ver nuestra vida será mucho más amigable y ligera.
Estoy segura que en algún momento de tu vida te sentiste comparado o comparada, ¿Recuerdas cómo te sentiste? No le causemos ese daño a nuestros hijos, más bien aceptemos y respetemos las diferencias, las habilidades, aptitudes, dones y personalidades de cada uno.
“Recuerda que algunas veces los milagros, son personas”
Si deseas compartirme tus experiencias o tienes alguna pregunta escríbeme al correo susanadg@aperturaintelectual.com y con gusto te responderé.
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