Diamantes al sol

Seguramente el nombre de Antoine-Laurent de Lavoisier nos suena bastante y es porque cuando cursamos la materia de química en nuestras respectivas aulas escolares nos enseñaron que este personaje fue tan importante para el desarrollo de dicha ciencia que incluso se le ha otorgado el mote de «Padre de la Química Moderna».
Resulta que este parisino proveniente de una familia acaudalada cursó estudios ni más ni menos que en la grandiosa universidad de «La Sorbonne» (La Sorbona) donde adquirió títulos universitarios de biología, física y química; sin embargo, poco después de graduarse y gracias a su posición económica dedicó de manera casi permanente sus estudios en pro de la ciencia dejando como legado estudios sobre la oxidación de los cuerpos, el fenómeno de la respiración animal, el análisis del aire, la ley de conservación de la masa o ley Lomonósov-Lavoisier, la teoría calórica, la combustión, y sobre la fotosíntesis.
A la corta edad de 29 años comenzó con una práctica que, tanto en aquellos años como ahora, resultaría como un total disparate, y es que diseñó y construyó un artefacto que parecía un inmenso telescopio pero que contenía dos grandes lupas que utilizó para quemar DIAMANTES y con ello, pudo demostrar que estas piedras preciosas son pedazos de carbón ya que mientras las exponía al sol bajo estos enormes lentes, producían un calor y temperatura tan elevada que la propia piedra comenzaba a arder y desaparecía dejando el balde donde estaba colocado únicamente lleno de anhídrido carbónico.
Seguramente muchos agradecemos sus estudios y descubrimientos pero el llevarlos a cabo con materiales tan preciados a cualquiera le llamaría la atención.
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